18. Sumisión

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—¡¿Qué hiciste qué?!

—Basta, Mew. Gulf no lo sabía...

—Gulf... ¡ahg! —Mew bufó molesto.

—Yo lo siento, K.

—Esta bien, Gulf. Solo es un auto.

Aunque K no lo admitiera, estaba muy triste. Ese auto significaba mucho para el, fue un regalo de la primer carrera que ganó. Le tenía un cariño especial, pero tan solo se había esfumado como cenizas.

—K, por lo pronto toma el Mercedes del taller, intentaré contactar al corredor —Mew sacó su teléfono—. Dices que no vieron su rostro, ¿cierto?

K asintió con tristeza. Gulf se mantenía cabizbajo, estaba avergonzado.

—Ray, hola. Siento molestarte de nuevo, ¿podrías investigar algo?

¿Esta vez a quien asesinarás, Mercy?

Mew rió —Solo necesito recuperar un auto, ¿puedes localizarlo? —mordía su labio nervioso.

Ya sabes que si, ¿cual auto es?

—Es el camaro de K —dijo con pena.

Oh... joder. ¿Cómo demonios lo perdió? El jamás apostaría a su bebé.

Mew miró de reojo a Gulf, quien bajo la mirada avergonzado. El volumen de la llamada era muy fuerte, por lo que todos podían escuchar a la perfección la conversación.

—Solo fue un malentendido, cuando encuentres algo me mandas la dirección, ¿si?

A sus ordenes, capitán.

Mew terminó la llamada.

—Mew, no tenías que hacerlo, estoy bien, de verdad.

—Se lo que ese auto significa para ti, no lo dejaré pasar.

—Uhm, siento entrometerme —todos centraron su vista en el castaño, quien hablo en voz baja—. Pero, ¿como lo recuperarás?

—¿Tú como crees? De la misma forma que lo quitaron. Compitiendo.

—¿Tú lo recuperarás?

—Es lo mínimo que puedo hacer por mi amigo, después de todo fue mi empleado quien lo perdió —enfatizó.

[...]

Mew y Gulf se encontraban en la oficina. Era el espacio en donde Mew diseñaba los autos y planeaba las modificaciones. Gulf ya había entrado antes.

El pelinegro terminaba de explicar asuntos relacionados con el trabajo que ejercería Gulf, así como las condiciones del contrato.

Las condiciones eran sencillas, Gulf trabajaría a cambio de aprender a correr. El se encargaría de comunicarse con los clientes y anotar los pedidos, así como la parte contable. Al menos así sería hasta que aprendiera más sobre los autos.

Respecto a la vivienda, también había condiciones. Quedaba prohibido proporcionar la dirección de la casa a otras personas, los horarios de comida eran fijos y Gulf debía encargarse de la limpieza cinco veces a la semana.

Además de aprender a correr, también recibiría un salario.

—¿Queda claro?

—Si, señor jefe —dijo sarcástico.

El teléfono de Mew sonó, Ray le había mandado la ubicación del auto de K. Ray era excelente consiguiendo información importante, era el contacto más confiable para Mew.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora