[Esta historia contiene errores ortográficos]
❝Lo supe cuando te acercaste a mí, con ese olor a tabaco y gasolina. Estabas listo para enviciarme.❞
¿Qué harías si descubres el secreto de tu vecino? Sencillo, subirte a su gran Audi R8 de neumáticos re...
El pelinegro caminaba con seguridad hasta la habitación del hospital, odiaba estar ahí y sabía todo el peligro que había a su alrededor, el hecho de que alguien lo pudiera reconocer lo aterraba. Pero aún así volvió a entrar, estaba dispuesto a arreglar las cosas con Gulf.
Apenas tocó la manija de la habitación se arrepintió, hubiera deseado no escuchar aquella conversación entre Gulf y Pavel.
—¿Realmente no sucede nada entre tú y él?
—¿Por qué asumes eso?
—Solo digo, es la primera vez que tiene un secretario, ademas de que ahora viven juntos, cualquiera supondría que sucede algo entre ustedes.
—Él está con Jae, además solo somos socios con un fin común, ni siquiera somos amigos.
—Lo dudo, se ven que son cercanos.
—No es así, no somos cercanos, solo estoy a su lado para que me enseñe a correr, eso es todo.
—Me parece que mientes, Gulf...
—Mew es un hombre y yo también, es imposible que me guste alguien como el, la verdad al principio si me interesó ser más cercano a el... pero con lo que sucedió hoy, mantendré mis principios y distancia.
Mew cerro la puerta con cuidado y se recargó en la pared, estaba jodido, había arruinado la poca amistad que estaba entablando con Gulf.
Frotó su despeinado cabello con frustración, ya no podía regresar el tiempo, se culpó tanto por lo que le sucedió al castaño. Si tan solo hubiera leído el mensaje, si tan solo hubiera contestado el teléfono, si tan solo no hubiera sido egoísta y no hubiera explotado en enojo, Gulf no estaría sufriendo en esa camilla.
Estaba enojado, se burlo de si mismo por haber creído que podría superar su pasado y comenzar a ser feliz, el no podría nunca borrar la horrible persona que era.
Su mirada cambio a una llena de odio y furia, tomo aire al mismo tiempo que alzaba su postura y acomodaba su costosa chaqueta de cuero. Pronunció el nombre del viejo que secuestro a Gulf, sacó su teléfono con coraje y llamó a uno de sus amigos.
—¿Mew? ¿Qué sucedió? Johnny me contó que te buscaron para renovar el contrato.
—Ray, necesito que me consigas la dirección de ese hijo de puta, lo mataré.
[...]
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Mew reviso la dirección una vez más en su teléfono mientras miraba de reojo el oscuro camino. Era las 3 a.m. y Mew se sentía lleno de ira e impotencia, el hombre al que iba a matar era un antiguo cliente, pero Mew decidió romper el contrato cuando este hombre intentó traicionarlo con otra empresa.
Apretó el volante con sus guantes de cuero y soltó un suspiro, nadie se metía con su gente.
Una vez llegó al lugar, bajo sin sigilo y camino hasta ese local con puertas corredizas. Unos hombres lo recibieron en la entrada, parecían ser simples empleados de limpieza, ignoro las preguntas que estos le hicieron y entró a la fuerza a la oficina de ese viejo.
