35. El trato

2.4K 366 42
                                    

Gulf

Emití un quejido muy poco varonil de mi parte cuando el pequeño algodón bañado en alcohol tocó mis heridas sangrientas. Apreté los dientes intentando reducir el ardor.

—Cada vez lo compruebo más —dijo Mew.

—¿Qué cosa?

—Qué eres un completo cabezota —se quejó—. Si fueras más racional, sabrías que Víctor les tendería una trampa de ese tipo. Siempre terminas envuelto en problemas porque no me dices la verdad.

—No quiero depender de ti, Mew —arrugué la nariz un tanto molesto.

—Gulf, quien mejor conoce a mis enemigos, soy yo. Tú solo eres un chiquillo que se quiere hacer el valiente conduciendo autos para una empresa ilegal.

Me mantuve en silencio, Mew es el tipo de persona al que no le puedes reclamar nada porque sabes que siempre tiene argumentos con los que no podrás discutir. Seguíamos teniendo nuestras contras, pero él seguía viéndome como un niño.

Y quizás si lo era, pues en ese preciso momento, solo quería recibir toda su atención y cuidados como tal pequeño pegado a su ser más amado. Sus manos envolvían el vendaje sobre mis heridas punzantes con tal suavidad que el dolor era casi notable.

Supe que estaba en exceso, atraído por él cuando sus insignificantes acciones causaban un revoloteo de mariposas en mi estómago. Estaba enamorado y eso me asustaba porque no era un simple enamoramiento como el que tienen los adolescentes en su etapa de curiosidad, era un enamoramiento del que no se puede escapar, en donde ya no te imaginas una vida sin esa persona. Así me comenzaba a sentir yo.

—Listo — pronunció mientras dejaba el botiquín de primeros auxilios en el piso—. Por ahora debes tener cuidado, no puedes tocar nada si no quieres que sangren de nuevo —ordenó y yo asentí—. ¿Ya cenaste algo?

—No en realidad.

—Iré a preparar algo para cenar.

—Mew —le detuve.

—¿Sí?

Me cuestioné mil veces en ese rato, cual era el límite de los dos, que tipo de juego estábamos jugando y que tan lejos llegaría aquello. Las advertencias nunca me detuvieron, pero, ¿por qué ahora que estaba más claro el camino yo estaba dudando en avanzar?

Con un impulso de mi interior, cogí aire y me acerqué hasta él para tomar su rostro entre mis manos y unir sus labios con los míos con ansias. Porque si, yo estaba ansioso por Mew.

No tardó en corresponder mi improvisado beso y sujetarme de la cintura. Sus manos eran firmes y dominantes, con fuerza me arrastró hasta el borde de la cama y me lanzó sobre ella como un trozo de carne fría a punto de ser devorado por un león hambriento.

Desesperado le tomé del cuello de su camisa y lo atraje hasta mi cuerpo, incitándolo a que se abalanzara sobre mí para seguir besándonos, pero el apartó mis manos y las atrapó con fuerza sobre mi cabeza.

—Te dije que tuvieras cuidado con tus manos, tonto —me dijo en tono firme—. No te muevas.

Obedecí importándome poco mi dignidad, yo estaba dispuesto para que ese hombre de tatuajes hiciera lo que osara conmigo. Mi respiración estaba agitada y de manera inconsciente, quería mover mis brazos para tocar a Mew, pero su agarre era fuerte.

Me soltó un momento para comenzar a desprenderse de su costoso traje Hermés, yo me mantuve en la misma posición sumisa, deleitándome con ese sujeto desnudándose frente a mí, dejando a la vista aquellos dibujos sobre su piel que me volvían loco. Ansiaba trazarlos con el roce de mis dedos.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora