24. Rastro

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Gulf

—¡Despierta!

El grito de Jae me hizo despertar agitado, tallé mis ojos y miré el reloj de a mi lado. Eran tan solo las 6 a.m.

—Vístete rápido. Víctor quiere que me acompañes a un lugar —me indicó el pelinegro.

Con desgano acaté la orden y me puse de pie. Era mi cuarto día ahí y la verdad no podía acostumbrarme a nada. Mis días consistían en entrenar con Samantha y ya, ni siquiera había dirigido palabra alguna con otras personas de ese lugar, todos tenían sus propios asuntos y solo me topaba con ellos a la hora de la comida.

Una vez me coloqué ese aburrido uniforme, que consistía en un pantalón negro de mezclilla y una chamarra de cuero con múltiples parches y logos de marcas, me dirigí con Jae.

—¿A dónde vamos? —pregunté mientras subía del lado del copiloto.

—A ganar dinero para Víctor.

Entonces arranco el auto y salió por la cochera. Mi relación con Jae era compleja, no nos llevábamos bien, él me odiaba y por mi parte era lo mismo. Sin embargo, mi sorpresa era que Jae sabía separar los asuntos personales del trabajo. Era un corredor competente, de eso no me cabía duda.

Llegamos a un lugar lleno de pancartas y personas. Parecía ser un evento, había varios puestos de comida y muchos autos.

La gente abrió camino para Jae cuando vieron su auto entrar, los gritos se hicieron presentes y Jae sonrió con gusto.

Maldito egocéntrico.

—¡Hey, Jae! ¿Qué onda, viejo? —un chico de cabello rosado se acercó a la ventana y se inclinó para hablar.

—Hola, ¿ya comenzaron? —hablo el pelinegro con indiferencia.

—Claro que no, ese patán quiere correr contigo —el chico echo un ojo a nuestros uniformes—. Hey, ¿qué pasó con Mercy? ¿Ahora corres para Toska?

—Si, algo así. Ya no trabajo para él.

—¿Y ese chico quién es?

—Se llama Gulf, pero no es importante, olvídalo.

Abrí mi boca con asombro, ¿cómo que no era importante? Me crucé de brazos un poco ofendido. Jae en definitiva no me caía bien.

Una vez que Jae corto su conversación con ese chico, dirigió su auto hasta una línea de salida y lo aparcó.

—¿Correrás? —pregunté curioso.

—Si, primero necesito que bajes de mi auto, no quiero que me des mala suerte.

—Idiota —rechisté y salí del auto. Ese tonto no me lo diría dos veces.

Jae soltó una carcajada mientras emparejaba su auto junto a la competencia. La chica con el pañuelo salió iniciando la competencia, alzó la tela y la deja caer al suelo. Inmediatamente Jae piso el acelerador y comenzó a conducir. El olor al caucho quemándose se hizo presente al igual que el grito de emoción por parte de todos los espectadores, pasaron un par de minutos cuando ambos autos estaban de regreso, listos para cruzar la meta. Jae sonreía con diversión y en un instante se pasó frente al auto contrario evitando su paso.

Maldito, no importaba la cantidad de modificaciones tuviera su auto, aun así, él era muy ágil al volante.

Los aplausos no tardaron en llegar cuando Jae ya había cruzado la meta. Salió como todo un creído de su auto y fue rodeado por todas sus admiradoras. El corredor contrario se acercó con una mochila hacia él y se la extendió de mala gana.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora