Esa tarde junto a Valentín aprendí dos cosas.
La primera, que la frase esa de que el tiempo vuela cuando uno se divierte es totalmente cierta. No me pasaba desde hace tiempo.
Y es que su risa, su sentido del humor e incluso sus comentarios fuera de lugar me hicieron sentir de maravilla, como si nos conociéramos de toda una vida y no peleáramos en el colegio por el tamaño de mis tetas. Cuando se lo propone es un buen pibe.
O quizás el mérito me lo tenía que dar a mí misma por permitirme conocerlo mas a fondo.
Sí, esa me gustó más.
La otra cosa que aprendí fue que tengo una muy buena mano para la peluquería.
Le había decolorado un par de mechoncitos de pelo y le puse color para que cambie un poco. De haber sido por él le teñía toda la cabeza, pero no. Su color natural le quedaba mejor y además resaltaba mucho más esos ojazos. No lo iba a arruinar.
— La posta, te pongo un 10. - habló mientras miraba el resultado de su nuevo look frente a un pequeño espejo que tenía en mi habitación. Se peinó un poco con ayuda de sus dedos y mordió su labio al voltear hacia mí.
— Yo quería un cuatro.
— ¿Un cuatro? ¿Por qué?
— Que me pongas un cuatro.
— ¿Me o en?
— En.
Su sonrisa fue reemplazada por una mas picarona y se acercó observándome descaradamente.
Además de hacernos los peluqueros, escuchar música y comer porquerías, también estuvimos toda la tarde tirando ese tipo de comentarios sin filtro alguno.
Digamos que era la base de nuestra dieta.
Y me gustaba.
No él, sino joderlo.
O bueno, un poco de ambas.
Una vez que quedamos frente a frente, agarró uno de los mechones de mi pelo recién teñido, lo enrrolló en su dedo y jugó con él. Ninguno de los dos decía nada pero el silencio no era incómodo y se notaba el cansancio de ambos. Fue una tarde muy larga pero muy divertida al fin.
— Tendría que irme ya. - murmuró al cabo de unos minutos. Mi mamá había llegado a casa hace un rato y cuando subió a ver si estaba me encontró con Valentín casi encima mío haciendo de peluquero.
Hay que reconocer su trabajo también.
Se lo presenté a mamá como un compañero de la escuela y nada mas. No preguntó mucho, porque eso lo dejaba para cuando estemos las dos a solas.
— ¿Ya te aburriste de mí? - cuestioné bromeando. Se mordió el labio de nuevo y como acto reflejo mi mirada bajó hasta su boca. Apenas me rescaté de eso giré la vista hacia otro lado.
— No, pero tengo miedo de que ahora me quieras hacer otro piercing o un tatuaje con tu nombre. - soltó una risa y me contagié. Con la palma de su mano chocó suavemente mi brazo, como si aclarara que lo anterior era una joda, y después se giró encarando a la puerta.
— Sé que en algún momento vas a llevar mi nombre en tu piel. - hablé haciéndome la poeta y caminé tras él saliendo de la habitación.
Eran cerca de las ocho de la noche y el olorcito a comida ya se hacía presente en la sala. Mamá debía estar mandándose uno de sus mejores platos para sorprender a Valentín, dando por hecho que se quedaba un rato más.
Como la conozco.
— Pero qué lindos que están los dos. - dijo mi mamá con un repasador en el hombro y una cuchara de madera en la mano asomándose desde la cocina. Me miró guiñando el ojo y después a Valentín.- ¿ya te vas?
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rebeldía; wos
Fanfiction❝ - ¿Alguna pregunta que quieran hacerle? ❞ ❝ - ¿Cuánto tenés de corpiño? ❞ Prohibida su copia y/o adaptación.