𝓮𝓹𝓲𝓵𝓸𝓰𝓸

2.1K 163 141
                                    

22 de diciembre;
Un año y dos meses después.



El calor sofocante de una mañana de diciembre era de lo más abrazador. La ropa se pegaba a mi cuerpo generando incomodidad y el ventilador parecía estar a punto de descomponerse sin dar a basto. Afuera del local la gente iba y venía como loca, cargando decenas de bolsas en las manos y luciendo desesperada por la llegada de las fiestas al dejar todo para último momento. Lo mismo se reflejaba en los clientes que corrían en busca de un regalo o el atuendo ideal para usar en Noche Buena, y si de por sí no tienen paciencia, en esta época me alteraban el doble.

Desaté el moño que llevaba puesto en el pelo y traté de volver a envolverlo en mi rodete sintiendo como los mechones mas cortos se pegaban en mi cara. Era insoportable y no veía la hora de largarme de aquí.

En ese interín escuché mi celular vibrar sobre el mostrador y lo único que llegué a leer fue su nombre reflejado en la pantalla, siendo interrumpida por la llegada de un chico al local que venía con cara de preocupado en busca de asoramiento.

— Buenas, decime por favor que tenés algún vestidito de noche, es para una amiga y me está volviendo loco. -explicó una vez que se detuvo delante mío. Tenía la respiración agitada y se llevó las manos a la cintura mientras intentaba recuperar el aliento, daba pena pobrecito.

Iba a mandarme una de las mías pero mi humor no colaboraba y además tuve que apiadarme del pobre muchacho que derrochaba litros y litros de lástima al lucir tan desesperado por hallar una solución a su problema.

— ¿Que talle tiene? -aparté el celular y rodeé el mostrador para dirigirme hacia el sector de ropa de noche con él detrás mío.

— Uhm, es maso menos como vos, no se, un poco más tetona, ¿cuánto tenés de corpiño?

Mi expresión cambió completamente, pasando de una sonrisa dentro de todo amigable a un semblante serio, casi neutro. Al parecer se percató de ello y formó una sonrisa en su rostro a modo de disculpa, quedando demostrado que las palabras salieron de su alma y no porque haya querido desubicarse conmigo.

— No es la primera vez que me lo preguntan igual.

— ¿Ah no? ¿Y que tal le fue al anterior? -murmuró en medio de una risa habiendo entrado mas en confianza, una que yo nunca le dí pero que sirvió de mucho para ablandar la tensión en el ambiente.

La sonrisa que se dibujó en mis labios fue automática, miles y miles de recuerdos a su lado sucumbieron mi mente y nunca me alegró tanto haber estado tan equivocada. Observé al chico junto a mí que aparentaba querer escuchar el relato de una historia llena de rechazo o desamor, y terminé mostrándole todo lo contrario cuando alcé mi mano izquierda y moví los dedos dejando a la vista el anillo de compromiso.

— Creo yo que bastante bien.

— La felicito entonces, ¿señorita..?

— Oliva, señorita Oliva.













La cuenta regresiva para la llegada de la Navidad había comenzado. Cada uno alzaba su copa a lo alto y Kevin cumplía su promesa de brindar por partida doble utilizando directamente la botella de champagne. A su lado se encontraba Polly, la cual acariciaba su vientre levemente pronunciado con un embarazo de cuatro meses y medio.

Sí, al final se embarazó en serio la tonta.

Y por último Valentín y yo. Con su brazo rodeaba mi cuerpo y apoyaba la cabeza de costado contra la mía mientras contaba los segundos que faltaban para que el reloj marque las doce de la noche. Cada uno alzó su copa, brindamos llenos de sonrisas y festejamos tantas cosas juntos, no solo la Noche Buena.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora