43 || 𝓪𝓶𝓾𝓵𝓮𝓽𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓼𝓾𝓮𝓻𝓽𝓮

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Maratón 1/2.


Era extraño volver. Recorrer las mismas calles que alguna vez atravesamos los dos juntos de la mano, a las corridas o encima de su espalda. Pasados de copa o con los ojos rojos después de fumar. En el estado que sea pero acompañándonos mutuamente, que siempre fue lo más importante.

Miro a mi alrededor y todo sigue intacto. Desde la pintura desgastada de los juegos en la plaza a la que siempre recurríamos cuando necesitábamos tomar aire hasta el graffiti que alguna vez pintó con sus amigos y que mas tarde me presentó a mí. Es así como me doy cuenta de que todo sigue estando en su lugar, y que fui yo la que cambió completamente.

Los días pasaron, los meses también, y de nuevo me toca decir que ojalá las cosas se hubiesen dado de una manera diferente a como se dieron al final. Resultó que tuve razón y que fuimos un Oasis, con su quiebre y sus canciones memorables porque justamente de ese modo decidí terminar una relación que se volvió insostenible y que por amor a él, lo mejor fue tomar distancia.

Sé que puedo llevarlo conmigo a donde sea al igual que las canciones de mi banda favorita incluso cuando ésta está desintegrada tal como nosotros dos. Que tengo la posibilidad de elegir el álbum que a mí me guste, que en este caso serían los recuerdos de los momentos vividos y reproducirlo cuando quiera, todas las veces que sea necesario hasta sentirme satisfecha de disfrutar de la melodía.

Su melodía.

Como el tono de su voz cuando recién se levantaba y sus piernas enredadas bajo las sábanas con las mías que me alentaban a quedarme en la cama un rato más. Su risa, Dios, esa que retumba en las paredes y contagia, liberando notas de alegría que uno puede compartir durante toda una tarde de sol o junto a sus amigos, siendo él el protagonista porque no pasa desapercibido y resalta en cada lugar.

Extraño los días de primavera a su lado y los atardeceres de verano bajo los rayos del sol, los dos tirados en el pasto, creando anécdotas imborrables y que hasta hoy en día conservo en lo mas profundo de mi corazón, justo donde tienen que estar. También hecho de menos las mañanas de frío y lluvia, discutiendo bajo el paraguas ya que no hay espacio para los dos y llegar a casa chorreando agua para ir directo a la ducha.

Sus besos en mi piel que me transportan a otro mundo en el que no importa nada mas que tenerlo a mi lado, un universo paralelo donde nos volvemos únicos, como si fuésemos una sustancia indescifrable. Ahí donde me siento invencible y él todo lo puede. Nuestro amor siempre fue fuerte, más no inquebrantable, y pese a que hoy en día ya no caminemos agarrados de la mano por el barrio, eso no quita el sentimiento de quererlo y de desearle lo mejor.

La noche del tan esperado reencuentro fue única y terminó de la mejor manera, dándole ese cierre que tanto esperábamos y a la vez necesitábamos para ponerle el broche de oro a la velada. Fui completamente suya aquella madrugada, en cuerpo y alma entregada a él al volvernos uno, sintiendo su calor y su amor al mismo tiempo.

El recuerdo de sus labios sigue intacto y cada vez que se cruza por mi mente mi piel se pone de gallina y acabo desbordándome por la falta que me hace. Como sus manos acariciaron hasta el último milímetro de mi cuerpo, llenándome de caricias y tocándome como si fuese la última oportunidad que tendría de hacerlo, dándolo todo, llevándome entera.

Ojalá no hubiese sido la última, estoy segura de que merecíamos más, muchísimo más.

Agacho la cabeza observando en dirección a mis zapatillas desgastadas. Abré estado al menos diez minutos parada a un lado de la entrada de la farmacia y mi cerebro no es capaz de enviar la señal para moverme y avanzar sin que la angustia se interponga y me detenga antes de poder dar siquiera un mísero paso.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora