22 || 𝓳𝓾𝓮𝓰𝓸 𝓷𝓾𝓮𝓿𝓸

4.7K 235 52
                                    

— ¿Por que no te querés casar conmigo? - la voz ronca y quejosa de Valentín hizo eco en mi oreja mientras que trataba de subirse encima mío.

Nos encontrábamos en la cama y sin ninguna intención de arrancar el día todavía. Había sido una noche por demás intensa y contábamos con la excusa de que hoy sí es domingo. La vida podía esperar.

En mi caso estaba boca abajo, los dos desnudos mientras que Valentín trataba de ponerse arriba de mi cuerpo para volver a coger.

Y también hablaba boludeces que prefería no tomar en serio por ahora.

— Porque tengo resaca y me duele la cabeza. - suspiré con fastidio y abracé la almohada con mas fuerza, levantando mi culo para pegarlo contra su cadera y soltando una risa suave por el jadeo que largó.

— Y si sos una borracha despechada que escabia sin control. - se rió dándome una nalgada y sujetó mi cintura con ambas manos terminando de posicionarse.

— Por tu culpa. - agregué.

— Mové el culo, dale.

— ¿Cómo? No se hacerlo. - murmuré divertida y sacudí la cadera de lado a lado rozándome contra él.

Sí sabía.

— Justo así. - noté como bajó el tono de su voz y alcé la mirada alcanzando a ver como peinaba su pelo para atrás con un poco de desesperación.

Su erección se rozaba contra mis nalgas y estaba bueno eso de hacerme la tonta antes de complacerlo.

Complacernos.

— ¿Pero me traés una pastilla después? Porque me siento mal, muy mal. - aproveché a manguear y me dejé caer de nuevo en la cama, manteniendo la espalda un tanto arqueada para no alejarme de su entrepierna.

— Las que matan al bebé un día después de coger te voy a traer. - apoyó su pecho sobre mi espalda y terminó escondiéndose en el hueco de mi cuello repartiendo besos húmedos y chiquitos en aquella parte.

Una fuerte carcajada se escapó de mi boca, seguida de un jadeo al sentir como comenzaba a moverse sobre mí muy lentamente.

Se frotaba generando fricción entre su cuerpo y el mío y de repente la resaca ya no me molestó tanto.

Cerré los ojos suspirando y apoyé la cabeza de costado en la almohada recibiendo su boca apenas se acercó para besarme.

Que me despirte así todos los días por favor.

Sus labios se movían sobre los míos dándole también uso a su lengua y de vez en cuando mordía. Era la gloria misma. Aproveché para succionar su labio inferior metiéndolo dentro de mi boca y lo escuché gruñir apenas lo liberé.

Valentín se acercó estirando su cuerpo hasta la mesita de luz y sacó de mi cajón un preservativo, tal y como hice yo anoche. Se removió para ponérselo y retomó la posición anterior devolviéndome ese calor que su cuerpo me brindaba.

Con ayuda de una de sus manos terminó de elevar mi cadera lo suficiente para facilitar su trabajo y segundos después se hundió en mi interior provocando que vuelva a gemir.

Rápidamente se acercó y atrapó mis labios de nuevo buscando callarme, menos mal que está él. Sonreí durante el nuevo beso y levanté un poco más mi culo recibiendo cada embestida con gusto.

Lo hacía lento y pausado, recorriendo mi interior con toda su longitud y silenciando los gemidos de ambos con un beso apasionado que calentaba aún más el ambiente.

Él tenía eso, el poder de enloquecerme solo con sus labios. Y ni hablar ahora que los había empezado a usar con otros fines o mientras hacía ciertas cosas.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora