11 || 𝓳𝓪𝓺𝓾𝓮 𝓶𝓪𝓽𝓮

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Valentín tenía ese don especial para ponerte el mundo de cabeza en solo cuestión de segundos. Te tiraba la realidad así como si nada y a mí que me encanta hacerme la cabeza por todo y darle mil vueltas a las cosas, se me hacía fácil replantearme la vida misma a partir de su opinión. Era sincero por demás y tenía una mirada única. Me gustaba.

Claramente las palabras no salieron de mi boca cuando quise responderle la pregunta.

¿Por que me costaba? No lo se. Quizas por el hecho de que estaba cansada de aferrarme a las personas, en el sentido que sea, porque total siempre terminaba perdiéndolas.

Me había hecho la idea de que cuantos menos lazos afectivos forme al estar en una nueva ciudad, mas fácil iba a ser irme después.

Un pensamiento de mierda y totalmente negativo de mi parte, que analizándolo en profundidad no parecía tan catastrófico como sonaba.

Con Valentín iba a pasar lo mismo en algún momento, dentro de dos o tres meses cuando mi mamá se quede sin trabajo y nos tengamos que mudar y repetir la misma historia otra vez.

¿Por que no lo intentaba de nuevo en el mismo lugar? Porque así era ella. No le gustaba pisar el mismo barrio dos veces porque le recordaba que había vuelto a fracasar, así que me arrastraba lejos y con ella.

Sin embargo, esa mañana o mediodía algo en mi interior se removió y esta vez me decidí por actuar.

No iba a darle explicaciones a Valentín acerca de porqué me costaba tanto involucrarme con él mas de lo debido, ninguno de los dos estaba de humor para eso justo ahora.

- ¿Vas a hablar o no? Estoy cansado de que te quedes callada todo el tiempo, no sos una chica tímida. - agregó él, tan sutíl.

- ¿Y qué soy? - enganché mi dedo índice en la cadena que colgaba de su cuello y lo atraje hacia mí.

Nuestras respiraciones ahora casi que chocaban y si no fuese porque él era mas alto, nuestros labios también chocarían.

- Una histérica. - respondió firme. Bajó con su mirada hasta mi boca y supe que era el momento ideal para hacerlo callar un poco.

Yo sí sabía lo que quería.

Tuve que pararme en puntas de pie para alcanzarlo y fue ahí cuando mis labios se unieron con los suyos en un cálido beso.

Le costó reaccionar, seguramente no se lo esperaba, pero fue cuestión de segundos hasta que su boca se abrió un poco y fue siguiendo los movimientos de la mía.

Recorrió mi espalda con sus manos hasta llegar al final, jugó un poco con el borde de mi remera enredando la tela entre sus dedos y ladeó la cabeza hacia uno de los lados buscando profundizar.

Imité su acción pero hacia el lado contrario y terminé abrazando su cuello con mis brazos colgándome un poco de él.

Su boca tenía sabor a menta y era riquísimo, mil veces mejor de lo que pude llegar a imaginar hasta ahora.

Mordí suavemente su labio inferior y deslicé una mano hasta su pecho para empujarlo despacio, obligándolo a retroceder pero sin la necesidad de cortar con el beso.

Caminó para atrás hasta que su espalda chocó la pared, porque claro, además de comerle la boca quería demostrarle que el histérico era él, y que acá mandaba yo.

Venía haciéndose el canchero conmigo desde que me conoció y me llenaba de orgullo saber que al final resulté ser yo la encargada de dar el primer paso.

Me distraje de mi tonto pensamiento cuando sentí la punta de su lengua rozando mis labios. Abrí la boca un poco más y el beso fue subiendo de tono.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora