15 || 𝓼𝓲𝓷𝓬𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪𝓭

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Rechazar nuevamente a Valentín me dolió en el alma pero uno de los dos tenía que poner un límite en todo esto porque avanzábamos sin control y no sabía a donde iríamos a parar.

Sí, capaz que exagero y no íbamos mas allá de un polvo, pero tampoco estaba segura de si lo quería a él de esta manera.

Nos estábamos conociendo, pasábamos el tiempo juntos y forjábamos una amistad, una linda y bella amistad. No había que mezclar las cosas.

Al menos no por ahora.

Así que me negué a continuar y él pareció entenderlo porque no objetó nada, al contrario. Se acomodó de nuevo junto a mí y nos abrazamos bajo las sábanas hasta quedarnos completamente dormidos.

A la mañana siguiente la alarma de mi celular comenzó a sonar irrumpiendo nuestro sueño y tuve que removerme entre los brazos de Valentín para poderla apagar.

Cierto que era lunes.

Por ende, escuela.

Había vivido el día anterior como si fuese sábado en lugar de domingo.

Flor de boludos los dos.

Apagué la primer alarma y cancelé el resto para que no molestara mas. De todos modos una vez que me despertaba se me hacía imposible volver a conciliar el sueño.

Suspiré apoyando mi cabeza en el pecho descubierto de Valentín y aproveché para mirarlo ya que seguía durmiendo.

Parecía un bebé.

Es un bebé.

— Nene... - susurré suave y con la yema de mi dedo acaricié la barba que comenzaba a crecerle en el mentón y en la mandíbula. Raspaba un poco pero le quedaba increíblemente bien, mas varoníl.

— Mmh... - gruñó sin siquiera abrir los ojos y suspiró con pesadez. Tenía uno de sus brazos debajo de mi cuerpo y el otro no tardó mucho mas en rodearme también.- cinco minutos mas. O mejor una hora.

El último comentario lo soltó mientras se reía y tuve que contenerme a decirle que sí porque sino no salíamos mas de la cama.

Un poco de responsabilidad te pido Valentín.

— Arriba, dale. - dije y me separé con sumo cuidado para levantarme. Estiré los brazos hacia arriba haciendo sonar algunos de mis huesos y bostecé poniéndome de pie para ir a abrir las ventanas.

Parecía un lindo día. Había sol y los pajaritos cantaban, te daba ganas de vivir a pesar de lo temprano que era.

En eso lo escuché moverse y creí que había sucedido un milagro si acababa de obedecer mi pedido tan pronto.

Pero claramente fue solo una ilusión.

Dió media vuelta en la cama mirando ahora para el lado de la pared y se tapó la cabeza con la almohada como si pretendiera seguir durmiendo.

— Que pibe. - negué para mí misma y recogí del suelo su remera para ponérmela ya que seguía estando en corpiño. Y él se lo estaba perdiendo.

Como soy un pan de Dios al que no saben valorar como se debe, salí de la habitación y bajé a preparar el desayuno.

Todavía quedaba un poco del brownie casi especial de anoche así que hice dos cafés con leche y regresé al cuarto tan pronto como pude.

Valentín seguía en la misma posición con la diferencia de que ahora roncaba y parecía estar incluso mas cómodo que antes.

Dejé las cosas en la mesita de luz y me detuve un momento a mirarlo, queriendo guardar esa imagen tan linda en mi retina.

O mejor dicho en mi corazón, dentro de una cajita de cristal bajo siete candados con doble llave y que dure para siempre, por toda la vida.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora