Llevaba una semana cumpliendo con mi palabra de hacerme rogar frente a Valentín y me iba de maravilla.
No, mentira.
Estaba sufriendo como una condenada pero cada vez que atinaba a responderle un mensaje o juntarme con él en el colegio, ahí estaba Polly para recordarme que era un pelotudo y que no me merecía.
No iba a negar que una muy pequeña parte de mí lo echaba de menos.
Nuestras charlas sin sentido, estar toda la tarde comiendo porquerías, empezar una y mil series que dejábamos sin terminar. Salir a caminar y fumar uno, besarnos, tocarlo, que me manosee todo el ort... Bueno Pía.
Se entiende a lo que me refiero y no creo que esté bueno eso de extrañarlo en todo sentido, mas allá del ámbito sexual.
Al final no era tan mal amigo.
Ni mal amante.
Y eso que aún no conocía ni el cinco porcierto de todo lo que tenía para ofrecerme.
— ¡Tierra llamando a Pía! - la voz de Polly retumbó dentro de mi cabeza y tuve que negar un par de veces antes de poder reaccionar.
Habíamos pasado toda la tarde de shopping haciendo compras para mantenerme distraída y porque a ella le encantaba desperdiciar la plata en ropa que después nunca jamás en la puta vida iba a usar.
Últimamente pasábamos mucho tiempo juntas y gracias a eso fue que pude conocerla mas a fondo. No, no lo hacía para usarla como reemplazo de Valentín, tampoco era una hija de puta. Simplemente se dió de esa manera y hoy en día estaba más que contenta de poder contar al fin con una buena amiga.
— Perdón, ¿que me estabas diciendo? - suspiré tirándome boca arriba en la cama y desde ahí la miré mientras jugaba con mis dedos entrelazándolos entre si.
— Quiero saber que te vas a poner hoy, así busco algo diferente para mí. - explicó siendo todo un amor y se quedó mirándome pacientemente.
No había duda de que nosotras dos éramos como el yin y el yang. Polly tenía una personalidad mucho mas tranquila que yo, con un poco menos de carácter pero que así y todo se hacía escuchar. No necesitaba andar llamando la atención de nadie ni tampoco se metía en líos. Era como una versión mas pacífica de mí y la adoraba por eso.
— Ya sabes que me da lo mismo. - chasqueé la lengua y con mi mano le hice una seña para que no se preocupara.
Se suponía que mas tarde íbamos a salir. Hoy era el cumpleaños de Kevin y a pesar de tener una buena relación con él, tampoco sentía que mi presencia fuese fundamental. Además, Valentín iba a estar ahí y no tenía ganas de cruzármelo.
Venía ignorándolo desde hace días y a partir de que rechacé su propuesta de un orgasmo doble en el baño del colegio, las cosas cambiaron y su actitud para/conmigo empeoró.
Y digo empeoró porque ahora se hacía el indiferente, como si no le importara tenerme en su vida o no. Y eso aumentaban mis ganas de seguir actuando como si él no existiera.
Éramos los dos iguales y ninguno daba el brazo a torcer.
Pero que se joda por boludo.
— Dijiste que ibas a seguir mi consejo, así que no podes vestirte así no mas. No hoy. - aclaró y por poco olvidaba todo eso de demostrarle a Valentín lo que se estaba perdiendo. Pero es que para mí ya no tenía gracia. No me buscaba, no se preocupaba por recuperarme o al menos hacer las paces. No hacía nada.
— No tiene sentido. - me enderecé para mirarla porque al parecer no iba a rendirse tan pronto y empezó a revisar las bolsas que compramos hace un rato.
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rebeldía; wos
Hayran Kurgu❝ - ¿Alguna pregunta que quieran hacerle? ❞ ❝ - ¿Cuánto tenés de corpiño? ❞ Prohibida su copia y/o adaptación.