32 || 𝓼𝓮𝓷𝓽𝓲𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼 𝓮𝓷𝓬𝓸𝓷𝓽𝓻𝓪𝓭𝓸𝓼

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Luego de pasar prácticamente toda la tarde sola aislándome del grupo, decidí acercarme y colaborar con la tarea de armar las carpas porque la noche caía con prisa sobre nosotros y se supone que yo también voy a dormir ahí. El orgullo podía esperar.

Las chicas que ya parecían ser mejores amigas fueron las primeras en montar la carpa. Seguido a ellas estuvieron Kevin y Mateo que si bien no les quedó del todo estable, al menos lo hicieron antes que Valentín que todavía batallaba tratando de adivinar donde encajar cada varilla.

Caminé hacia él cruzada de brazos y sin previo aviso me interpuse entre su cuerpo y el desastre que había hecho hasta ahora para corregir los errores y que podamos irnos a dormir pronto. No lo miré ni tampoco dije nada, de hecho intenté mantenerme lo mas alejada posible.

— ¿Seguís enojada? - insistió en preguntar por milésima vez. Era lo único que se escuchaba salir de su boca. De nuevo no respondí.- dah Pía, no te podés poner así por una joda, ya te dije que te estaba cargando.

— No me parece divertido que me molestes con tu mejor amigo sabiendo como quedaron las cosas entre él y yo. - murmuré sin siquiera mirarlo para que siga al tanto de mi latente enojo.

— Sos una exagerada.

— Y vos un pelotudo.

Pasé por su costado chocando a propósito mi brazo contra el suyo y le arrebaté de las manos la pieza que me faltaba para asegurar la carpa al suelo. Lo enganché sin problema y dentro de todo quedó bastante bien, mejor que la del otro par. Froté mis manos entre sí como si las limpiara luego de hacer un arduo trabajo y ahora si lo observé, notando que no despegaba sus ojos de mi.

— Si tanto te jode por algo debe ser. - parecía estar pensando en voz alta, con un brillo mas opaco en la mirada, su mandíbula bien marcada y los brazos cruzados delante de su torso. Permaneció inmóvil como si me analizara y traté de seguir en esa postura de hacerme la dura, culpándolo de todo a él y a su estupidez humana.

— Ya te dí mis razones. - espeté imitando su posición y ladeé un poco la cabeza.

— No estoy tan seguro.

Dicho eso pasó por mi lado y me copió la acción anterior de chocarse contra mí pero siendo un poco mas bruto. Apreté los dientes entre sí, cerré los ojos y vacié todo ese aire que guardaba en los pulmones estando agotada de esta situación. Las cosas no iban a cambiar, al menos no esta noche, y yo ya no veía la hora de regresar a casa para estar sola y en paz. Sin hombres tan idiotas ni falsas amistades de cuarta.

Pero que mas daba, muchas opciones no tenía y tampoco quería dar explicaciones mañana cuando me cuestionen el porqué de mi exilio lleno de mal humor. Me acerqué al intento de fogata que trataba de armar Kevin y este me miró con cara de pocos amigos.

— Traeme algo para prender esto, dale, que no hiciste un carajo en todo el día. - sonaba molesto y terminó haciéndome reír de tanta seriedad, la primera carcajada que soltaba en mucho tiempo. Por eso lo adoro.

Amenazó con pegarme con una ramita y le pedí piedad mientras me iba trotando en busca de un encendedor o lo que sea que pudiese serle útil para prender el fuego. Avancé hacia donde estaban todas nuestras pertenencias sobre la mesa y revisé algunas bolsas sin hallar lo que necesitaba. En eso, sentí que un brazo rodeaba mi cintura y por un momento tuve la ilusión de que se trataba de Valentín queriendo recomponer lo que él mismo rompió.

Que equivocada estaba.

— ¿Que buscás? - preguntó Mateo detrás mío e interpuso su mano entre mi cuerpo y la mesa hasta llevarse de ahí una caja de cigarros para luego alejarse.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora