Cuando creí que el cumpleaños de Valentín había quedado completamente arruinado, empezaron a pasar cosas. Y con cosas me refiero al alcohol que iba y venía, a nuestros juegos calientes que terminaban en un polvo tras otro, los porros que compartimos y la música volviendo a sonar en cada parlante.
Entre los dos supimos remontar ese ambiente de festejo y todo fue felicidad pura hasta altas horas de la mañana. Perdimos la noción del tiempo y nos quedamos despiertos hasta el amanecer, así que si no nos cruzamos con mi mamá regresando a casa fue por pura casualidad.
Hicimos el intento de al menos juntar las botellas vacías y ordenar un poco la sala, pero siendo honesta, nos enfocamos más en otros asuntos y tuvimos como prioridad hacer disfrutar al otro en lugar de quedar bien con mamá.
Muy egoísta de nuestra parte, sí.
La cagada a pedo la tenía asegurada de todos modos, supongo que por eso me dí por vencida tan rápido y elegí el camino del placer antes de cumplir con mi palabra de que iba a dejar la casa impecable para cuando ella llegue.
Claro que tuvo sus consecuencias.
Al día siguiente me desperté con la peor de las resacas que jamás pude imaginar. Sentía que la cabeza se me partía en dos y además tenía ganas de vomitar. Me tomé mi tiempo para estirarme y sentarme en la cama percatándome recién ahora de que Valentín se encontraba a mi lado.
Estaba boca abajo como era habitual en él. Su pelo enmarañado y su espalda descubierta ya que las sábanas las tenía enredadas en todo mi cuerpo. Siempre pasaba lo mismo y en mi defensa diré que no me hago cargo de las cosas que hago o dejo de hacer estando dormida, pero la cuestión es que él siempre amanece destapado. Por ese motivo odia dormir conmigo.
Me acomodé de costado recargando la cabeza sobre una de mis manos y acerqué la otra a su espalda comenzando a trazar dibujitos sobre ella. Contorneaba sus lunares y de paso admiraba lo lindo que se veía desde acá su perfil, con el semblante tan sereno y relajado. Se notaba que estaba agotado y no mostraba indicios de que despertaría pronto.
Así que continué con mi tarea de contemplarlo y al acercarme un poco mas a él, pude notar ligeros rastros de lápiz labial esparcidos por su espalda, en la zona de las costillas, por la cadera y probablemente mas abajo también. Eran una especie de besos todos corridos y desprolijos y sonreí porque sabía que se los había dejado yo durante uno de los tantos juegos que hicimos anoche.
Repartí la sábana cubriéndolo también a él y me levanté de la cama soltando un bostezo. Valentín no se percató en ningún momento de mi ausencia así que aproveché para ir al baño tranquila, me lavé bien la cara y al regresar tomé una pastilla para el dolor de cabeza ya que parecía que me iba a explotar.
De camino a la cama pude notar como la pantalla de su celular se iluminaba sobre la mesita de luz notificando la llegada de un nuevo mensaje. Respiré hondo diciéndome a mí misma que no lo haga, que estaba mal y que no sea tóxica, entonces me contuve. Lo único que alcancé a ver fue el nombre de Mateo que al parecer le había enviado más de un mensaje y solo por eso me quedé medio intranquila, pero no revisé nada.
El que busca encuentra y yo prefiero por ahora quedarme con la duda respecto a ese chico, así sea para bien o para mal.
Levanté la remera de Valentín del suelo y me la puse regresando junto a él en la cama. Se removió con suma pereza y me senté sobre su culo dejando las manos en el centro de su espalda. Empezaba a aburrirme y no quería bajar a enfrentar yo sola a mi mamá que encima me iba a mandar a limpiar sin importar el estado en el que esté.
— Valentín...- pronuncié su nombre en voz baja y con la punta de los dedos fui recorriendo su cuerpo de arriba hacia abajo una y otra vez. Noté que entreabrió los labios pero para quejarse y sonreí por la ternura que me daba al verlo así.
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rebeldía; wos
Fanfic❝ - ¿Alguna pregunta que quieran hacerle? ❞ ❝ - ¿Cuánto tenés de corpiño? ❞ Prohibida su copia y/o adaptación.