30 || 𝓭𝓸𝓼 𝓻𝓪𝔂𝓲𝓽𝓪𝓼

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Un mes después.


— Pero quedate quieto porque te puedo cortar una oreja. - intenté que mi voz suene lo más amenazante posible porque hablaba muy en serio y él parecía no creerme en lo absoluto.

— Me distrae el culo que tenés. - comentó Valentín entre risas y me agarró de la cadera acercándome a su rostro para darme un beso en mi vientre.

La posición no me favorecía mucho que digamos pero él tampoco colaboraba al moverse de un lado al otro con las manos y la boca tan inquieta. Estaba sentado en una silla frente al espejo enorme de mi habitación y yo arriba suyo pero de pie y con una pierna a cada lado. Además me costaba concentrarme con el ángulo que tenía desde acá ya que siempre era él el que quedaba mas alto que yo.

— Es tu cabeza Valentín. - me volví a quejar y sostuve la maquinita firmemente antes de encenderla.

— ¿Cuál de las dos? - fue lo último que dijo porque lo obligué no solo a que se acomode sino también a que se calle.

Con la mano que me quedaba libre lo agarré del mentón y posicioné su cabeza dejándola ladeada. Aparté la parte mas larga de su pelo manteniéndola aplastada con el antebrazo y dejé libre la zona que necesitaba para continuar.

Ví que cerró los ojos como si tuviese miedo y apreté los labios en el intento de no reírme justo ahora. Una vez que se quedó inmóvil, acerqué la máquina de afeitar a la parte rapada de su cabeza e hice primero una línea, y luego otra, buscando que queden lo mas pareja posible.

Al terminar tomé distancia de él, abrí los ojos exageradamente poniendo cara de espanto para asustarlo y así le devolví todo lo que me hizo desde que empezamos hasta ahora, porque me tuvo ahí parada como por una hora sin dejarme trabajar en paz.

— Ay no, Valentín. - dejé la máquina a un lado y cubrí mi boca con ambas manos negando con la cabeza rápidamente. Acababa de ponerse pálido y la sonrisa que antes tenía fue reemplazada por el mismo temor. No se quería mover de ahí, estaba tieso.

— ¿Q-que me hiciste? - sus palabras temblaron y con suma lentitud fue poniéndose de pie para acercarse al espejo lleno de dudas en un mar de confusión.

— Perdón, pensé que sabía o que iba a ser una huevada pero quedaste mas lindo que nunca y ahora te quiero re contra re dar. - hablé emocionada y creo que por un segundo se le paró el corazón hasta caer en cuenta de que era todo un chiste, porque estaba hermoso.

Demasiado.

— Que boluda que sos. - negó pero ya mas aliviado y se observó en el espejo poniendo una enorme sonrisa al ver el resultado final.- ¿te gusta? Decime que opinás.

Ahora no podía dejar de admirarse a sí mismo. Se mordía el labio, intentaba guiñar el ojo y ponía cada expresión que me hacía estallar en carcajadas por como lucía.

— Amo, pero te está faltando darle créditos al bombón de la peluquera. - aclaré muy necesariamente, acomodando un poco las cosas que usamos para ir guardando todo en su lugar ya que mi cuarto era un desastre.

Uno que valió la pena porque quedamos bien bonitos los dos.

— Dejame, así tengo una excusa para hablarle de nuevo. - giró la cabeza sobre un hombro encontrándose con mi mirada y se acercó hasta mí para abrazarme, apretando un poco su cuerpo contra el mío.

— ¿A vos te parece? Tenés novia querido. - toqué la punta de su nariz con un dedo y sonreí al sentir que me robaba un beso que ni siquiera ví venir. Era tan hábil para ese tipo de cosas.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora