37 || 𝓲𝓷𝓮𝓼𝓽𝓪𝓫𝓵𝓮

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Una semana después.


- ¿Y si te embarazas y le encajas un pibe? -sugirió Polly hablando con total normalidad acerca del tema en conversación y quise creer que era una joda.

- Ni en pedo, además el problema acá no es Valentín, sino mi mamá.

- Solo fue una sugerencia, no puedo creer que todavía no le hayas dicho nada.

Dejé caer los brazos a cada lado de mi cuerpo estando totalmente desganada y solté un largo suspiro observándola a través del espejo ubicado frente a mi. Los días parecían que volaban desde aquella charla que tuve con mi mamá en donde me planteó la idea, u obligación mejor dicho, de que llevaríamos a cabo una nueva mudanza ahora que su relación con Daniel era lo mas real, puro y sincero del puto mundo, desvalidando lo poco que llegué a construír en este lugar porque mi opinión ya no contaba.

Una semana atragantándome con ese nudo en la garganta que no hacía más que molestarme y joderme la existencia misma. Era motivo de pelea con mamá cada vez que nos cruzábamos ya que según ella la decisión estaba tomada y no había vuelta atrás, además de que debía mentirle todo el tiempo a Valentín por no ser lo suficientemente valiente como para enfrentarlo y decirle la verdad.

¿Cómo iba a hacerlo? Ponerlo al tanto de lo que sucedía implicaba partir su corazón al igual que el mío, dando por terminado todo aquello que intentamos construír ahora que por fin nuestros caminos se alineaban, sin intermediarios ni malos entendidos.

Hacerle daño a Valentín era un pecado, un delito, cometer todos los errores juntos habidos por haber rompiendo no solo su alma en mil pedazos sino que también la mía porque se siente como si fuésemos uno, la mitad que complemeta al otro y que estando juntos se vuelve inseparable, mas no indestructible. No podía permitir algo semejante como eso.

Me giré encontrándome con la triste mirada de Polly otra vez y desparramé mi cuerpo a su lado encima del colchón con los ojos puestos en el techo de mi cuarto. Era uno de mis pasatiempos favoritos últimamente, el contar las tablas de madera que conforman el tejado, encontrar figuras extrañas y despejar así mi mente de los pensamientos negativos que me carcomen todo el tiempo. De ese modo evitaba enfrentar la realidad porque ahora mismo la vida me parecía una mierda y ese lado pesimista se apoderaba de mi de una forma descomunal.

- No tengo ganas de salir, andá vos. -espeté de mal humor y situé las manos sobre mi vientre apoyando una encima de la otra. Eran las ocho de la noche y se supone que en un par de horas debemos encontrarnos con los chicos en casa de Kevin para una juntada que organizaron con tal de pasar el fin de semana juntos, y yo no tenía ánimos ni de respirar.

- Si no vas te van a preguntar que es lo que te pasa y en ese estado de vulnerabilidad no te conviene andar dando explicaciones. -tocó mi mejilla con un dedo y arrugué la punta de la nariz ya que para variar ella tenía razón.

- Vulnerabilidad, vos y tus palabras raras. -como pude le dí un codazo desde mi lugar y apoyé los antebrazos en la cama levantando así una parte de mi cuerpo para observar desde ahí en dirección al armario.- no se que ponerme.

- Cualquier cosa, a él le va a gustar igual. -comentó restándole importancia a la crisis que atravesaba ahora mismo, que cabe aclarar no es novedad.

Me decidí por un jean tiro alto color negro y arriba una remera de Nirvana a la cual le hice un nudo para que quede mas chick, según el lenguaje de Polly. Coloqué rimmel en mis pestañas, un labial rojo y perfume para darle el toque final. Pasamos un buen rato mas ultimando detalles y dando las típicas vueltas que suele tener uno antes de salir y cuando por fin estuvimos listas tomamos el Uber que nos dejó justo en la casa de Kevin.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora