33 || 𝓫𝓪𝓽𝓪𝓵𝓵𝓪 𝓷𝓪𝓿𝓪𝓵

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La respiración entrecortada de Valentín chocaba contra mi cuello y junto con sus besos lograba erizar cada centímetro de mi piel. Una de sus manos estaba situada al costado de mi cabeza ayudándose así a sostenerse y la otra le brindaba suaves caricias a mis piernas sacándole provecho a mi desnudez. Su cuerpo al igual que el mío irradiaba puro calor, los dos un poco sudados por la falta de aire dentro de la carpa mas la excitación del momento luego de una ronda de besos que seguía activa hasta ahora.

— Shh. - silenció mi boca con un nuevo beso y mi sonrisa se juntó con la suya al momento en que nuestros labios se unieron otra vez. Los tenía hinchados de tanto besarlo pero se sentía jodidamente bien hacerlo, podría estar así durante horas y horas y no me cansaría.

— No lo puedo evitar. - susurré en medio de una risa a la cual respondió palmeando su mano contra mi culo como si me regañara. Me porto bien Valentín, perdón.

— Vos propusiste ese juego de mierda. - recordó pasando sus dedos por mi cadera y le dió un suave apretón a la carne de la misma provocando que jadee, agrandando de paso la sonrisa plasmada en su rostro.

— Soy una pésima jugadora entonces. - admití e hice un puchero que él mismo se encargó de desarmar al morderme los labios.

— O yo soy demasiado bueno. - presumió y apoyó su boca sobre la mía al mismo tiempo que llevaba sus dedos a mi feminidad, comenzando con movimientos suaves, en círculos y recorriendo la humedad que ya habitaba por ahí. Tomé una profunda respiración y lo desafié, no solo a él sino también a mi misma para cumplir con las reglas del juego que acababa de inventar.

Dudaba que fuese a funcionar porque estábamos en eso de la previa y se vuelve difícil no expresarle a Valentín lo mucho que me hace disfrutar por medio de gemidos, pero justamente de eso de trata el juego, de no hacer ruido. No tanto por nosotros sino porque el resto del grupo estaba cerca y quería evitar que nos escuchen en pleno acto sexual. Un poco de dignidad me queda todavía.

— No se, a ver. - continué la conversación y con mis manos lo agarré del cuello pasando el pulgar por encima de uno de los tantos chupones que le acababa de hacer. Se notaba y mucho, sobretodo por su piel tan blanca, pero mejor, así las loras están al tanto que ya tiene dueño y con loras me refiero únicamente a Pilar.

Valentín aceptó nuevamente el reto y continuó haciendo maravillas con sus dedos que tocaban el lugar exacto brindándome tanto placer como le era posible y logrando saciar un poco la sed que tenía de él. Metió dos de ellos en mi interior estimulándome más todavía y mientras tanto me encargué de unir una vez mas su boca a la mía, sacando provecho del beso donde podía acallar los gemidos que amenazaban con escapar de mi garganta.

— Estás re mojada. - habló despacio y abriendo los ojos hasta encontrarse con los míos. La imagen que tenía de él ahora mismo era una obra de arte; su pelo revuelto, su cara acalorada y sus labios rojos de tanto besarme. Estaba sin remera y solo llevaba puesto el bóxer por lo cual tenía el privilegio de disfrutar y de sentir su cuerpo al descubierto quedando como una afortunada. Los músculos de su brazo se marcaban al estar haciendo fuerza para mantenerse sobre mi y el otro se extendía hacia abajo perdiéndose entre nosotros. Era oro puro.

— No aguanto mas. - solté como pude y con la última gota de aliento que me quedaba. Cerré los ojos con fuerza echando la cabeza hacia atrás y sonreí cuando noté como aprovechaba para besarme en la garganta y luego dejar una mordida suave en mi mandíbula.

— ¿Que cosa no aguantas? - susurró rozando su nariz en mi mentón y de ahí bajo por mi cuello hasta llegar a mis clavículas. Deslizó su lengua por una de ellas e intensificó los movimientos de sus dedos adentro mío.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora