16 || 𝓽𝓸𝓾𝓬𝓱𝓭𝓸𝔀𝓷

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Quería creer que estaba bien dejarme llevar y descubrir un poco más de aquello que Valentín tenía para ofrecerme.

Que si llegaba a suceder algo, mañana seguiríamos con el mismo trato que ahora y que nada cambiaría. Desde nuestro juego de chamuyos hasta esa tensión que aparecía cada vez que nuestras miradas se cruzaban.

Que sea un polvo y nada mas.

Lo ví levantándose unos minutos después de que le haya ofrecido mi ayuda en la ducha. No lo dudó, pero sí se quedó pensando un poco, tratando de descifrar si le hablaba en serio o no. Y mientras lo hacía, terminé de convencerme a mí misma de que esta vez no me echaría para atrás.

Pobre chico sino.

Además, como si yo no le tuviera ganas también.

Mordí mi labio al tenerlo en frente y lo agarré de la muñeca tirando de él hasta meterlo conmigo dentro del baño. Dejé la ropa limpia sobre un pequeño mueble que había ahí mismo y ahora sí, la Pía atrevida apareció otra vez.

Ese lado salvaje que solamente le mostraba a él y nada mas que a él.

Valentín dudaba en si moverse o no, parecía estar viviendo un puto sueño y si no reaccionaba pronto lo iba a golpear por tarado.

Me encargué de abrir el agua de la ducha para que vaya calentándose, dándole tiempo a este pibe para que vuelva a este mundo y ponga los pies en la tierra de nuevo.

- Tampoco te voy a comer. - aclaré por la manera en la que me miraba y al fin soltó una risa. Fue de gran alivio escuchar un sonido proveniente de su boca después de tanto silencio, así que me permití continuar.- a menos que vos quieras.

- Quiero. - soltó casi de inmediato y se sacó mi remera dejándola junto con el resto de mi ropa y las toallas. Ya no dudaba tanto y eso me ayudaba a moverme y avanzar con él en esto que queríamos los dos.

Dí un paso al frente cortando la distancia que había entre nosotros y lo miré detenidamente, arqueando una de mis cejas.

- ¿Me ayudas Valen? - pregunté con toda la inocencia del mundo y para rematar le hice puchero. Sentí su respiración volviéndose mas pesada y entendió a lo que me refería recién cuando me dispuse a jugar con el borde de mi remera. Su remera.

Él solo asintió, embobándose de nuevo y como pudo llevó sus manos al final de la prenda para levantarla a lo largo de mi torso y sacármela.

Quedé mas expuesta ante su firme mirada, pero no me daba verguenza y además ya me había visto en corpiño anoche.

Que por cierto, era color blanco y de encaje, al igual que la parte de abajo.

Valentín suspiró y con sus dedos que parecían un tembleque se sacó el pantalón y lo dejó por ahí. Imité su acción y le dí la espalda mientras acomodaba el elástico de mi tanga ajustándolo mejor en mi cintura.

Para ese entonces, la ducha ya estaba lleva de vapor y el ambiente comenzaba a calentarse tanto por el agua como por la tensión que aumentaba entre nosotros dos.

Y antes de que pudirse meterme ahí dentro, sentí sus manos en mi cadera y su boca escabulléndose en uno de los lados de mi cuello.

Ladeé la cabeza incitándolo a continuar y sus labios comenzaron a saborear poco a poco mi piel, atacando aquella zona tan sensible pero de manera delicada, sin ningún apuro. Como solía hacer últimamente.

Ubiqué mis manos sobre las suyas y avancé despacio hasta el interior de la ducha llevándolo conmigo.

El agua caliente impactó sobre el cuerpo de ambos, y su temperatura no era nada a comparación de la que teníamos nosotros.

rebeldía; wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora