• TOMA #016

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Desde el domingo en la noche que cenaron en casa de Mangel y superaron el pequeño mal entendido, no habían vuelto a salir de casa, el día lunes amaneció con una intensa lluvia y desde que despertaron la lluvia trajo pasión, cerraron todas las cortinas y apagaron los celulares.

Iniciaron el amor a primera hora en la cama, cada beso y cada suspiro calaban muy profundo en el corazón, Lolito jamás se había imaginado lo maravilloso que era amar, compartir con una persona más que tu cuerpo, tu tiempo, tu alma, cada sonrisa que nace simplemente con mirarlo, es un sentimiento sublime escucharlo hablar y creer que no transcurren los minutos, perderse en su mirada era encontrar el paraíso. Sus labios recorriendo su piel era como inundar el cuerpo con un exquisito elixir de delirio, era cerrar los ojos y dejar a tus sentidos expresarse con movimientos, con palabras de amor, era inventar una canción con la respiración y los gemidos como principales notas sonando con armonía y otras tantas elevando su tono con locura con vehemencia.

Mangel estaba igualmente fascinado, siempre ha sido un hombre romántico que le gusta estar en compañía, pero con Lolito todas las sensaciones se magnificaban, su corazón vibraba intensamente cuando sus ojos se conectaban, no era su belleza, era su alma necesitada, era sentir que estaba hecho para ese momento, su presencia le daba un sentido a la vida que no conocía, quería protegerlo, hacerlo reír, quería sanar su corazón herido, adoraba su entrega total, el temblor de su cuerpo sus movimientos pidiendo más, sus jadeos que penetraban hasta el hueso, todo su ser estaba impregnado inevitablemente de él.

Después compartieron la regadera, no había fin al deseo, se despertó una sed insaciable por sus besos, por estar dentro de su cuerpo, ni el eco del baño importaba si sus gemidos retumbaban y por sus gritos llamaban a la policía, les diría que ese hombre mato a Lolito frívolo, el que creía que toda su vida era perfecta con su ropa de marca y tarjetas de crédito ilimitadas, el que podía follar por sus encantos con cualquier imbésil desechable, solo por satisfacer el deseo carnal sin saber que su alma estaba vacía.

Ahora estaba desbordante, deseando que por fuera de las paredes no existiera nadie más en el mundo, estaba observando a su amante desnudo preparar un improvisado desayuno, mientras el de los ojos verdes estaba sentados sobre la mesa con una camisa que no era suya pues le quedaba grande, comía mermelada de una cuchara, Mangel volteaba a verlo de reojo pues no podía quitar su vista de encima, se veía tan sensual en la mesa con las piernas cruzadas, la camisa casi desabrochada y el cabello revuelto, estaba seguro que esas lamidas a la cuchara no eran normales.

Terminó de untar el queso crema en el pan tostado y coloco unas rebanadas de jamón, se paró frente a Lolito y le bajó la pierna para entrar en su cuerpo, jalo su cadera y el de los ojos verdes coopero empujándose con sus piernas que le rodearon y sus cuerpos se hicieron uno solo, podían hacerlo una y otra vez. Solo se alimentaban para poder seguir con energías amándose, cada rincón de la casa quedó aprovechado.

El cansancio los vencía por cortos momentos donde se quedaban dormidos, pero al más mínimo roce o movimiento del otro se despertaban con besos apasionados como si no acabasen de hacer el amor hace veinte minutos.

La lluvia todo ese día fue igual de intensa, no dejó de caer agua, a veces muy fuerte a veces tranquila como fue el amor de los insaciables amantes en ese momento.

Martes en la mañana.

El día amaneció casi despejado, pero ya no llovía, estaban en el sofá viendo una película, la cual no le ponían la menor atención, Mangel estaba recostado en bóxer, su camiseta estaba tirada a un lado y encima de él estaba Lolito abrazándolo, también estaba en bóxer pero él si traía la misma camisa casi desabotonada del día anterior, le daba pequeños besos en el pecho y en el cuello, rozando su nariz con los bellos de su barba y con los dientes le jalaba los pelitos, Mangel solo sonreía con los ojos cerrados disfrutando de sus suaves caricias y besos que le hacían cosquillas. Lolito era feliz viéndolo sonreír.

BELLO POR NO DECIR MAS (MANGELITO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora