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Al abrir sus ojos se encontró con la tranquilidad de su alcoba, había un toque suave en el ambiente provocado por la luz solar a la cual las cortinas no le permitía entrar totalmente, el jovencito se removió sobre la cama para mirar el cielo raso, necesitaba darse un momento para asimilarlo todo una vez más pues fragmentos de lo sucedido hace unos días comenzaban a brincar dentro de su mente. Tres días pasaron y aún le parecía sumamente irreal, que comenzaba a cuestionar la veracidad de las cosas ¿Sí era su hermano? ¿De verdad pisó Kryos? ¿En verdad había sucedido todo? ¿No lo soñó? Raziel suspiró externando un poco de su frustración, se encontraba tan perdido que no tenía cabeza para seguir pensando, así que, cerró los ojos momentáneamente, dándose un segundo para respirar y despejar su mente, entonces al sentirse más tranquilo el jovencito no titubeó para levantarse y salir de la cama.

Una vez afuera, el chico avanzó con pereza, saliendo de su alcoba rumbo a la cocina, llegando a su destino saludó a la servidumbre que rondaba por el lugar. Raziel se dispuso a buscar una taza para verter café de cafetera, sin pensarlo mucho le dio un sorbo, jadeando ante el contacto del liquido caliente con su lengua.

— ¿Sigues dormido, cariño? —La dulce voz de su abuela lo hizo girar para encontrarse con ella, como de costumbre su abuela ya estaba pulcramente vestida y preparada para su día.

— Un poco —El muchacho se sentó junto a la anciana quien ocupaba lugar en una de las sillas del antecomedor, Eléanor le sonrió recibiendo un gesto similar pero más apagado.

— ¿Sucedió algo, hijo? —Raziel titubeó para responder ¿Qué tan bueno sería contestar con honestidad? No dudaba que su abuela lo tomaría con tranquilidad y seguramente le brindaría una respuesta.

Sin embargo, después de su visita a Kryos, Trevor le pidió mantener discreción es decir, no involucrar a su madre o abuela. El italiano le insistía en respetar la decisión de su hermano o al menos lo que este pidió ante Kryos, el joven heredero volvió a suspirar, su abuela seguía mirándolo con insistencia.

— Creo que voy a reprobar una materia —La anciana le sonrió una vez más esperando levantarle el animo a su nieto.

— No te preocupes, tu padre no se meterá contigo si estoy ahí cuando le cuentes —Raziel le sonrió genuinamente, el apoyo incondicional de su abuela era inigualable.

— Deja de consentir a tu nieto —Esta vez la voz de su madre resonó, con la elegancia que la caracterizaba tomó asiento frente a Raziel, la servidumbre no demoró en colocar la loza para la señora.

— ¿Por qué? Es el más pequeño y el único que vive conmigo —Eléanor arremetió tomando de la mejilla a Raziel, el muchacho rio ligeramente.

— ¿Qué materia estas por suspender, Raziel? —Victoria habló luego de agradecer a la jovencita que le servía té.

— Estadística —No pensó en lo absurdo que sonaba, tomando en cuenta que el muchacho destacaba justamente en ella. Su madre lo miro con suspicacia, el jovencito apretó sus labios lamentando su error.

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