Arleth Bennett se consideraba un experimento jugando a ser normal. Sí, probablemente fuese así. Jugaba a ser alguien, a no ser una mentira, sin embargo, su juego terminó.
Luego de que su identidad fuera revelada a las nuevas personas que más quería...
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Estaba por cumplirse una semana desde que se realizó la reanimación de Zacharias, los Bayne habían llegado a perder la noción del tiempo cuando se quedaban a su lado esperando a que abriera los ojos o emitiera algún sonido. Victoria y la abuela Eléanor solo se apartaban cuando era estrictamente necesario o el sueño las vencía. Raziel abrió la puerta acompañado de su padre, ingresaron en silencio saludando a las mujeres y a Evan quien se encontraba con ellas.
— ¿Cómo está? —El padre de Raziel, Hugh se acercó a su esposa dejando un casto beso sobre su coronilla.
— La doctora Estela dijo que se encuentra perfecto —Respondió con una sonrisa.
— Me alegra... —Hugh se sentó en el sofá junto a Evan a quien saludó con un ademán sutil acompañado de una sonrisa.
Convivir con Evan no era algo nuevo, conocía al joven desde pequeño, no obstante, a partir del día en que fue testigo de la relación que mantenía con su hijo había dejado de verlo, si preguntaban era un poco incómodo porque se sentía apenado por lo sucedido. Hugh habría cambiado tantas cosas, si tan solo hubiese objetado cuando su suegro declaró a Raziel como su único nieto, pudo haber dicho algo, pronunciar palabras en apoyo a su hijo, pero no era momento de arrepentimiento.
— Tu hermano también tiene ese hábito... —Evan rompió el silencio que se creó en la habitación. Raziel lo miró sin soltar su lóbulo derecho, el adulto entendió que el muchacho seguía sin entender su comentario— Cuando se queda en blanco pensando, se toma de la oreja.
Raziel se ruborizó soltando su lóbulo con lentitud, provocando risas por parte de los adultos.
— Cuando la culpa le carcome por alguna travesura que haya hecho, se rasca la nuca... —Comenzó a decir Victoria con una solemne sonrisa.
— Mientras se ríe nervioso —Complementó Evan— Zac hace lo mismo, actuando como un niño.
— Bueno, debía de parecerme a él en algo —Trató de justificarse Raziel, los adultos rieron.
— Ya te pareces demasiado a él —Con la declaración de su padre se desencadenó el momento de risas ligeras, recordando anécdotas que ambos hermanos Bayne protagonizaban.
Evan añadía recuerdos de juventud, que en su mayoría eran corroborados o complementados por las mujeres Bayne, el ambiente era ameno y ligero, a tal punto que se concentraron en ellos y sus memorias sin notar el momento en que el joven en la cama abría sus ojos.
Zac estaba desorientado, comenzó escuchando ruido a su alrededor perturbando su descanso. Lo que lo incitó a despertar, sus ojos estaban pesados dificultándole mantenerlos abiertos por mucho tiempo, abría y cerraba sus ojos con lentitud, el murmullo de los otros le invitaba a luchar contra sus párpados.
Dirigió su mirada al origen del ruido, encontrando a un grupo charlando amenamente, entendía un poco de lo que se hablaba, todos parecían felices y por alguna razón eso le conmovió. Puso su mayor esfuerzo en no cerrar los ojos nuevamente, estaba cansado, el cuerpo le dolía. No obstante, consiguió fijar su vista en el único menor del grupo.