Capítulo 34:

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Estaba volviendo del baño y me dirigía de regreso a nuestro stan. Ya eran las seis y media y, a decir verdad, nuestro juego había tenido mucho éxito. Ya habíamos ganado un montón de plata.

A medida que me acercaba vi como Simon atendía a una niña pequeña.
Me quede quieta mirándolos apoyada en una columna.

Simon le alcanzó a la niña una pelota y esta le sonrió de regreso. Luego de fallar su tiro, la niña se dio vuelta dispuesta a marcharse pero Simon la detuvo y le dio un ticket ganador.

La niña sonrío ampliamente y abrazó las piernas de Simon y luego salió corriendo dando saltitos.

Sonreí inconscientemente.

Simon levantó la vista encontrándose con la mía. Y me miró algo avergonzado.

- No te rías.- me dijo a medida que me acercaba.

- No lo hice.- dije negando con la cabeza.

- Bien, porque si...- fue interrumpido.

- ¡¡Chicos!!- dijo mi abuela mientras se acercaba con mi abuelo y los de Simon.

- Hola.- saludamos.

- ¿Qué tal les fue?- preguntó Mirta.

- Muy bien.- dijo Simon.

- Bueno, ahora nos encargamos nosotros- dijo mi abuela- vayan a divertirse.

Ambos la miramos confundidos.

- Vayan, vayan- dijo Mirta espantándonos como perros con sus manos-De paso coman algo.

Nos miró sonriente y nos guiñó un ojo.

- Esta bien por mi, ¿vamos?- dijo Simon.

- Vamos.- dije.

Ambos empezamos a caminar juntos.

- ¿Y qué hacemos con la plata que juntamos?-preguntó.

- Nose, hay que hacer algo, ya se nos va a ocurrir una idea.

- Si, hay que pensar.

Mis ojos se clavaron en un juego en el que había que intentar lanzar pelotas dentro de diferentes cajas con puntajes distintos.

- ¡Vamos a ese!- dije arrastrando a Simon de su muñeca.

Una señora gorda con cara de aburrimiento nos miro y hablo con voz monótona, de esas que te dabas cuenta que estaba cansada de repetir el mismo discurso.

- Buenas tardes al juego mas divertido de la feria.- dijo aburrida y sin rastros de emoción en su cara- Yupi.

Simon se tapo la boca aguantando la risa.

- Diez pesos.- dijo extendiendo su mano.

Busqué en mi bolso la billetera para pagar.

-¿Qué haces?- me preguntó Simon.

- Busco plata.- dije concentrada en buscar mi billetera.

- Yo lo pago.

Saqué la billetera de una vez.

- No, yo pago.- contesté.

- No.-dijo.

- Si.

- No.

- Si.

- Que no.

- Que si.

- Que no.

- ¿¡Pueden pagar de una vez!? ¡Hay gente esperando!- nos gritó la señora.

Ambos nos dimos vuelta de una vez y... no había nadie.

- Señora, no hay nadie.- dijo Simon.

- Aries, piscis, los signos se encontrarán.- empezó a decir levantando sus manos al cielo.

Simon me pateó intentando no reírse.

- Y el elegido, será descubierto.- dijo girando sus ojos hacia atrás.

Simon y yo nos miramos extrañados.

- Me parece que está loca.- me susurró Simon mirándome de reojo.

- ¿Te parece?- dije irónica.

De pronto la mujer clavó los ojos es Simon.

- Tu... tu eres el elegido...- dijo acercándose la señora acercándose a Simon.- Ven, debo llevarte con el amo.

Simon y yo nos miramos al mismo tiempo y salimos corriendo.

Una vez que nos alejamos apoyamos ambas manos en nuestras rodillas recuperando la respiración.

Ambos nos miramos y estallamos en risas.

- Estaba re loca.- dije entre risas.

- ¡Si! ¿Viste cómo giró los ojos y cómo me miraba?- dijo con cara de espanto.

- Ayy...si.- dije suspirando.

- Ahora yo elijo.- dijo mirando para todos lados- mmm... ese.- dijo señalando un stan.

Nos acercamos y me fui dando cuenta de que consistía el juego. Había que embocar aros en botellas.

Llegamos al stan y había dos chicos. Uno tenía el pelo negro y los ojos también negros. Y el otro...no se lo veía muy bien ya que tenía puesto un buzo con la capucha cubriendo su cabeza pero podía ver que tenía ojos celestes.

- Toma.- me dijo Simon.

- ¿Eh?

- Que agarres el aro.- dijo Simon.

Mierda, me había distraído y no había podido pagar.

Agarré el aro y miré mi objetivo. Lancé pero el aro paso por su costado sin siquiera rozar la botella.

Ahora era el turno de Simon. Noté la mirada fija de alguien, no de alguien, del encapuchado de ojos celestes. Por alguna razón extraña me resultaba familiar.

No le dí importancia y me concentré en Simon. Simon tiró el aro y este toco el pico de la botella pero luego cayó al suelo.

El chico de pelo y ojos negros me dio el tercer aro (que era muy pequeño) y yo lo lancé. Pero paso igual que con el aro de Simon.

Solté un gruñido de enojo y Simon recibió el último aro. Y...si, paso lo mismo.

- ¡Este juego es una estafa!- dijo enojado como El niño pequeño.

- Simon, tranquilízate.

Se acercó a las botellas y tomó el aro y, para nuestra sorpresa, no entraba. Realmente era una estafa. Ahora yo era la enojada. Y encima el chico de ojos celestes me seguía mirando.

- ¡Esto es un fraude!- grité.

El chico de ojos y pelo negro tomó la plata y salió corriendo. Ja, lo había asustado.

Simon se acercó al encapuchado y lo tomo del buzo acercándose a el.

- Quiero mi plata de nuevo.-dijo Simon amenazante.

El chico no respondió ya que seguía mirándome.

- ¡Y deja de mirarla! ¿Te pensás que no me di cuenta?- dijo sacudiéndolo tan fuerte que su capucha calló dejando su rostro al descubierto.

Ahora entendía porque me resultaban familiares esos ojos. Era Nicolás. Y no me hubiese quedado así, sino fuera por el hecho de que no lo había visto desde el partido en que me engañó.

Simon lo miró con desprecio y lo soltó empujándolo y tomándome de la mano para llevarme a otro lado.

Empezamos a caminar y luego se paró en seco.

- Ya vuelvo, tengo algo pendiente que hacer desde hace un tiempo.- dijo caminando en la dirección a Nicolás que me miraba sonriente.

Simon se acercó a él y le pegó una trompada en la cara.

- Y esto, es por dañar a Mags.- dijo y tomó mi mano.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora