Capítulo 36:

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- Bueno, voy a retirar la mesa. Chicos, ustedes quédense.- dijo mi abuela.

Estábamos almorzando todos juntos afuera.

- Yo te ayudo.- dijo Mirta.

Al final, para no arriesgarse, habían decidido quedarse hasta que yo me fuera. Y eso era mañana.

Una vez que Mirta y my abuela estaban en la cocina mi abuelo fijo la mirada en nosotros.

- Bueno, ahora que sus abuelas no están, ¿Qué tal les fue en la conducción?- preguntó con una leve sonrisa.

- Salió perfectamente.- dijo Simon.

-¿Perfectamente?- pregunté exaltada.

Simon me miró con las cejas alzadas.

- El- lo apunte con el dedo- casi mata a cinco vacas y casi NOS mata! Y a tu galpón.- dije seria.

Mi abuelo comenzó a reír.

- ¡Pero al final lo hice bastante bien!- dijo Simon mirándome.

- Si, solo porque lo único que hacías era acelerar o desacelerar.- dije girando los ojos.

- Ay ay- dijo mi abuelo aun riendo- bueno vayan, jueguen a algo o lo que sea.

¿Jugar a algo? Pf, ya soy grande yo. Yo no "juego a algo".

- ¿Jugamos a las cartas?- propuso Simon.

- Si, claro.

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Eran las tres de la tarde. El juego con cartas no había durado mucho. Yo le había ganado a Simon pero el comenzó a inculparme de haber hecho trampa.

Así que estaba en mi cama, acostada, leyendo un libro que me había traído.

La puerta de mi habitación hizo un chirrido avisándome de que alguien quería entrar. Pero nadie lo hizo. Mientras tanto, seguí con mi vista fija en el libro. Otro chirrido hizo que perdiera la pasencia.

Me paré de la cama sigilosa como un ninja y abrí la puerta de golpe. Un segundo más tarde la cara de Simon estaba contra el piso.

Suspiré y me acosté de nuevo en la cama con mi libro.

- Yo no te estaba espiando.- dijo Simon mientras se sacudía sus pantalones.

- Si,claro.

- Bueno, ¿vamos?- preguntó.

- ¿A dónde?-pregunté mirando mi libro.

- A un lugar- saqué el libro de mi cara- te va a gustar.

Me paré a regañadientes y lo seguí.

- Más vale que de verdad me guste.

Lo seguí hacia afuera de la casa donde, para mi sorpresa se encontraba el bote/canoa que habíamos visto en el galpón esta mañana.

Me di media vuelta dispuesta a irme.

- Espera, espera, espera- me dijo deteniéndome con su agarre en mi muñeca- ya arreglé todo, hasta tu abuelo me dejó. Dijo que podíamos probarlo en el lago.

- Si, mi abuelo no es con seguridad un modelo de confianza.- murmuré.

-¿Entonces vamos?- preguntó suplicando.

- Vamos.

Simon colocó la canoa encima de uno de los caballos con una soga y luego de tomar nuestros caballos nos dirigimos a través del bosque hasta el lago.

Llegamos a este en menos de diez minutos.

Me bajé de mi yegua y Simon hizo lo mismo.

- Atémoslos en esta rama.- propuso Simon.

Una vez atados había que encargarnos de la canoa.

- Mags, encárgate de desatar la soga y yo bajo la canoa.

- ¿La canoa no es muy pesada?- pregunté dudando de su fuerza.

Simon se encogió de hombros. Lo mire disimuladamente. Se veía lindo con su sweater azul que resaltaba sus adorables ojos y su jean.

-¿Qué tanto miras?- preguntó Simon riendo.

Bueno, tal vez no tan disimuladamente.

- Nada, nada- dije apartando la vista- baja la canoa de una vez.

- Bueno, pero primero desata la soga.

- Ah, si.

Dios, que tonta me había puesto.

- Bueno, desátala a la una...dos...¡tres!

Desate la soga y Simon no vaciló cuando todo el peso de la canoa cayó sobre su cuerpo.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora