Enamorarse de un hombre fue algo que ambos jamás hubieran imaginado. Especialmente cuando la homofobia vive entre sus familias y la gente a sus alrededores.
Esta es la historia de dos amantes secretos que se han amado en rotundo silencio y que el de...
Jungkook miraba a la gente entrar a la librería en busca de un libro, su herma se encontraba él ayudándole mientras miraban desde una ventana como sus padres guardaban las cosas de la pista de hielo en la camioneta, el lago comenzaba a derretirse y el hielo ya no era tan seguro, por eso la quitaron, Jungkook tomó una taza de chocolate sobre sus manos y miro afuera de la librería el sol ocultarse poco a poco, camino fuera de la librería y se sentó sobre la banca debajo del techo de la librería, suspiro y miro el sol poco a poco ocultarse, el sentimiento de melancolía le invadía cada centímetro de su cuerpo, suspiro largamente y bebió de su taza de chocolate, una persona se posó a su lado y se giró mirando a Taehyung, regreso su vista al cielo y escucho el suspiro de su pareja.
—Jennie se ira conmigo en cuanto llegué la primavera —Dijo y Jungkook sintió un hueco formarse en el centro de su estómago.
—¿Por qué? —Pregunto y Taehyung suspiro.
—Hace unos días me llego un correo de un museo muy importante en la ciudad de Seúl, me ofrecen un buen puesto y busque una preparatoria para mi hermana y a ella le gusto, mi abuela no nos quiere asi que acepto que le lleve a Jennie conmigo —Dijo y cada palabra Jungkook la sentía como una navaja enterrarse en su corazón.
Yéndose de ese pueblo con su familia ¿Quién le aseguraba de que regresaría el próximo invierno? Nadie, nada se lo aseguraba, sin embargo, esos fueron sus riesgos tomados desde un principio cuando se dio en bandeja de plata a ese romance sabiendo y estando consciente de lo que pasaría cuando la primavera llegara, una parte de si, lo quería dejar ir, otra deseaba que se quedara con él para siempre, pero lo ha dicho tantas veces que se cansó de pensarlo, de oírlo y de escribirlo, Taehyung tiene derecho a vivir su vida y Jungkook jamás le cortara las alas.
El azabache miro las estrellas del cielo iluminar la noche.
—Te amo —Dijo y Jungkook sonrió.
Esa y solo esa palabra le daba fuerzas a aceptar su partida, rompió todas sus estrellas, Taehyung las rompió todas.
Mirando las estrellas Jungkook se dio cuenta de que en cada una de ellas existe un paraíso.
Mirándolas descubrió la infinidad de cosas que nos perdemos. Ellas, que están allá, tan lejos, al menos sobreviven con su pequeño brillo; y nosotros aquí, tan llenos de todo, nos sentimos morirnos cuando algo se termina.
Mirando las estrellas comprendió el poco valor que le damos a la vida, cuando ésta nos quita cosas pensamos que es injusta y olvidamos que sin ella no seríamos quienes somos.
Ese día sin pensar vio volar una estrella en su gran mundo. La vio volar sin rumbo y la noto perdida, pero se dio cuenta de que no, que sólo en nuestro mundo existe la soledad, ya que ellas conviven con su creador y por eso siguen brillando.
En cambio, nosotros, pensamos que estar solos es el fin de la vida y no nos damos cuenta de que a veces la soledad, nos ayuda a encontrar esas respuestas que dios susurra a nuestra conciencia.
Mirando las estrellas Jungkook pudo ver que la felicidad llega cuando menos la esperamos... Ahí mirando una estrella, sintió el calor del amor que se fue. Y descubrió que en ella están los sueños, los besos y aquel tiempo que un día se perdió.
Comprendió que el amor tiene un millón de vueltas, que a veces nos sorprende y nos da felicidad, y otras veces se transforma en lo peor que hay.
Aprendió a sonreír y a ver la realidad. Mirando a una de ellas, pudo ver algunas cosas:
Que no sirve el orgullo cuando existe amistad... Que no sirve llorar cuando un amor se va... Que no existen fronteras cuando tenemos vida... Y que aprender a vivir, es lo mejor que hay.
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