Cachorro

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Emilio POV

La junta estaba tardando más de lo habitual, estaba cansado y harto de estar aquí, no soportaba tener que venir a las oficinas de Uberto Bondoni, la forma en que trataba a todo el mundo era molesta, gritaba por cada pequeño inconveniente, humillaba a todo aquel que no era un Alfa y sus propuestas de negocios siempre eran descabelladas, ponía en riesgo la compañía con sus absurdos acuerdos y cada contrato era peor que el anterior.

Cuando mi padre murió y herede sus acciones no creí que tendría que lidiar con un hombre sin preparación para el campo, se suponía que tenía años dentro de los negocios, debería saber cuáles eran opciones viables y cuales terminarían en la basura, sin embargo, llevaba dos horas escuchando sobre la crisis económica de la empresa y como todos los socios querían deshacerse de propiedades que no eran rentables después de tantos años, solo para que Uberto se negara continuamente e incluso sugiriera adquirir más edificios para ampliar la compañía.

Tenía menos de un año de haberme graduado de la universidad en la carrera de negocios, la mayoría de esos hombres me miraban como un novato que no tenía idea de lo que estaba haciendo, la única razón por la que me prestaban atención era por el respeto que le tenían a mi familia al ser alfas de alto rango. Aun con todo eso era más capaz de ver el problema frente a nosotros, que el hombre con años de experiencia que no tenía idea como salvar su empresa de una bancarrota inminente.

―De acuerdo, ya basta. Tengo otras cosas que hacer en mi propia compañía, no voy a poner un centavo en otro de tus planes suicidas y si pones nuestro capital en juego venderé mis acciones al mejor postor, porque no pienso formar parte de un barco que se hunde. ―musité cansado utilizando mi voz de alfa, todas las personas en la mesa me miraron sin gracia, pero por primera vez asintieron en señal de apoyo.

―Estoy de acuerdo con Emilio, no puedo arriesgar la empresa de mi familia por una compañía moribunda, si sigues con el plan de comprar más edificios también venderé mis acciones. ―el único que secundo mi respuesta en voz alta, Eduardo Barquín, era el segundo más joven en la sala, yo era el primero.

No éramos precisamente amigos, teníamos ideas diferentes en cómo llevar los negocios, él estaba a favor de explotar a los trabajadores y pagar los salarios mínimos, repitiendo que los Betas y Omegas no merecían un mejor trato, en realidad, Eduardo no era muy diferente a Uberto.

Nos conocíamos por la facultad, él iba dos generaciones arriba de la mía y era considerado un genio para los negocios, los maestros lo usaban como ejemplo de lo que podías lograr si estudiabas lo suficiente, no esperaba volver a verlo después de graduarme, pero para mi sorpresa el día en que me presenté por primera vez a la junta de accionistas, él estaba aquí.

A diferencia del resto de los presentes, él era nuevo, compro las acciones a uno de los socios más viejos de la compañía, que no tenía hijos a quien heredárselas, no estaba seguro porque había decidido tomar ese riesgo cuando claramente no veía futuro en los negocios de Uberto, y él tenía su propia empresa por su familia.

Los demás socios estábamos aquí como fundadores o herederos directos, en mi caso, mi padre junto a la mitad de los viejos alfas en la mesa, fueron compañeros de fraternidad y al graduarse se unieron para levantar este negocio, mi familia no necesitaba esto realmente, mi abuelo ya tenía un negocio posicionado en el mercado y mi padre iba a heredarlo en cualquier momento, pero aun así decidió formar parte junto a sus amigos.

El año pasado, mi padre murió después de años luchando por reponerse de la muerte de mi madre, así heredé mi lugar en la junta y la empresa familiar, ambas cosas absorbieron mi tiempo de golpe, arruinando mis relaciones personales y apenas un mes atrás la chica que creí era mi omega, me abandono repitiendo que ella no sentía lo mismo, ahora ella salía con uno de mis ex compañeros de clase, que irónicamente era hijo de uno de los hombres en la mesa.

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