Marca temporal

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Emilio POV

Sentía su aroma llenando cada uno de mis sentidos, envolviéndolos hasta convertirme en un ser que no sabía controlar, en el momento en que unió sus labios a los míos detuvo mi mundo como nunca nadie lo había hecho, perdí el aliento y me tensé de pies a cabeza siendo únicamente consciente de la sensación de nuestros labios rozándose tan tímida y torpemente que me pregunte quién le habría enseñado esto.

De pronto mi alfa se cuestionó cada caricia desesperada de mi cachorro, la idea de que hubiera tenido a alguien más que le mostrara cómo funcionaba todo esto me hizo hervir de celos, las manos de otra persona en su cuerpo, sus dulces labios tocando los de un extraño, apenas si lograba manejarme con los movimientos curiosos de su cuerpo, ahora que mi imaginación había puesto esas imágenes en mi cabeza, era imposible calmar a mi alfa que no dejaba de clamar por su dulce cachorro.

―Mío. ―rugí empujando su delicado cuerpo contra el colchón.

Mío

¿Yo era suyo?

Una ligera sonrisa se abrió paso por mis labios escuchando el suspiró de su omega en mi cabeza, tan inocente y puro que mi corazón se hincho de ternura, bajé por su cuello ocultando la dicha que me llenaba en ese instante en el hueco de su hombro, donde su aroma era más fuerte e hipnotizante, dando la bienvenida a mi alfa sin restricción alguna.

Su cuerpo se meció contra el mío buscando aquella caricia desconocida que su cuerpo necesitaba, lo sostuve de las caderas guiándolo cuidadosamente para mover nuestros cuerpos en un mismo ritmo que sacó un par de gemidos de mi cachorro.

― ¿Esto es lo que querías, bebé? ―asintió sin llegar a abrir los ojos, jadeando tan libremente que el alfa en mí gruñó encantando, la vista de su cuerpo blanquecino brillando a la luz de la luna, sus mejillas enrojecidas por los movimientos de nuestros cuerpos y los suaves sonidos que salían de su boca, creaban una neblina que no dejaba a mi lado racional pensar.

El baile de nuestros cuerpos llevo a nuestros labios a unirse de nuevo, sus dedos sostenían mi rostro cuidadosamente, tanteando el camino y atrayéndome cariñosamente, podía haber besado otros labios, pero en ese instante, mi alfa lo sintió como si fuera el primero, no importaban las caricias pasadas, solo deseaba recordar nuestros besos, como si fueran las únicos que alguna vez tuvimos, no necesitábamos el pasado y no habría un después, habíamos llegado al lugar al que pertenecíamos, los brazos que nos sostendrían por el resto de nuestros días.

Bajé cuidadosamente por su cuerpo, dejando un riego de besos que no se sentían suficientes, quería saborear cada parte de su piel, comprobar que era tan dulce como mi alfa lo imaginaba, al llegar a su vientre, mi alfa rugió mostrándome sus bonitos ojos en un pequeño castaño jugando en nuestro jardín, colgado de sus brazos, llamándome papá.

―Imagina como serían nuestros cachorros, tan bonitos como tú, seguro tendrían ese olorcito dulce tuyo al nacer. ―musité queriendo hacerlo parte de la preciosa imagen que me aceleraba el corazón, bese el punto debajo de su ombligo sintiéndole estremecerse y sonreí, quizás... ―Podríamos... ―la descabellada idea de mi alfa me tomó por sorpresa y levanté la mirada observando a mi castaño suspirar bajo mi cuerpo, tan pequeño, tan joven. ―No. ―gruñí obligándome a detenerme, no iba a hacer esto, él tenía muchas cosas que hacer antes de tener cachorros y si era mío, podía esperar por él.

―No, no te vayas ahora. ―sollozó aferrándose a mis hombros impidiendo que me alejara aún más, mi alfa rugió en mi pecho, el llanto de mi cachorro era algo que aún no sabía cómo ignorar, sin saberlo, Joaquín me controlaba a su antojo, si él soltaba una sola lágrima, mi mundo se detendría para secarla.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora