Dejar de buscarte

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Emilio POV

Joaquín no regresó a dormir, no contestó las llamadas, mucho menos los mensajes, no volvió a la empresa, ni a la escuela, y las que creí sería las peores horas de mi vida se volvieron tan solo el comienzo de mi locura.

Llevaba tres malditas semanas ahogado en mi propia miseria, aferrado a un débil lazo que sentía cada día terminaría por romperse y esa se había vuelto mi peor pesadilla, no había dormido más de una hora al día, la empresa estaba andando solo porque Roy había tomado la dirección en un noventa por ciento, tan solo iba ahí para que nadie cuestionara lo que hacía el resto del tiempo, firmaba un par de documentos y volvía a casa.

Esa mañana en que sol entró por la ventana y él seguía sin aparecer, llame a la policía, inició una investigación que duró apenas un par de días, según los detectives no había pruebas suficientes para apuntar a un secuestro y Joaquín, a pesar de ser menor de edad, no era considerado un niño, así que lo único que podían hacer era reportar la desaparición.

Uberto se presentó a declarar diciendo un montón de cosas como que Joaquín siempre había sido un omega rebelde y que muchas veces intentó escapar de su casa, le exigí que dijera la verdad, que ese no era mi cachorro, pero él no cambio su testimonio, fue entonces que mis esperanzas cayeron en el único amigo de mi omega, pero cuando los oficiales me informaron lo que él dijo el mundo se me vino debajo de nuevo en menos de una semana.

Al parecer, Joaquín llevaba semanas en un estado extraño e incluso llegaron a hablar de huir juntos, tenían planeado correr al bosque sin decirle a nadie, pero el padre de Diego le prohibió relacionarse con Joaquín y éste creía que mi castaño había decidido huir solo para no causarle más problemas.

Todas las malditas pruebas apuntaban a que mi cachorro había huido por su cuenta, todos repetían que debía dejar de insistir, Nikolas me rogó que me detuviera porque estaba a punto de volverme loco, Alejandra se presentó en mi casa presionándome para revisar mi estado de salud por petición de Azul, que le contó de como entraba y salía de la oficina, cada vez más demacrado.

Les pedí a cada uno de ellos que me dejarán tranquilo, lo que pasara conmigo no importaba si él seguía sin regresar, incluso si todo el maldito mundo me gritaba a la cara que él había decidido irse, había algo en mi pecho que se negaba a creerlo y no podía rendirme así de fácil, le prometí que iba a protegerlo.

Fue entonces que empecé a recorrer el bosque desde aquel lugar donde creí percibir su aroma, me adentré en la maleza siguiendo rastros vagos que parecían tener su esencia, muchas veces me perdí entre los árboles y me desplome a causa del dolor de cabeza, pero nada de eso me detuvo, iba a encontrarlo así se me fuera la vida en ello.

No le conté a nadie lo que estaba haciendo, prefería que no me hicieran más preguntas, no quería escuchar de nuevo que Joaquín quería una vida solo, no iba a soportar otro comentario sobre como mi castaño debía estar bien sin mí, que quizás era feliz estando solo, porque lo poco que aun podía sentir de su omega, no era felicidad, quizás era mi propio miedo el que me estaba confundiendo, pero si había la mínima posibilidad de que ese fuera su miedo, no iba a detenerme ante nada hasta no dar con él.

Por las mañanas iba a la empresa para que Nikolas me viera ahí, como si no estuviera a punto de volverme loco, porque sabía que, si no pasaba al menos unas horas en mi oficina, terminaría con todos ellos metidos en mi casa cuestionando que estaba haciendo. Hable con Roy para que se me convirtiera en el representante legal de la empresa al menos por unos meses, atribuyéndolo a que la separación con mi omega me tenía algo enfermo. Y me aseguraba de salir todos los días por el elevador que daba directo al estacionamiento para no toparme con Azul.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora