Joaquín POV
El piso de Niko no se parecía en nada a los lugares donde viví antes, no había un enorme jardín o largas escaleras, era una planta con dos habitaciones y un espacio abierto que incluía la sala, el comedor y la cocina, el armario de mi cuarto era chiquito y solo teníamos un baño, pero por primera vez en mucho tiempo sentí que podía respirar.
Quizás era el hecho de que estaba solo la mayor parte del tiempo, sin todas esas restricciones que tenía en casa de mi padre, ni la desesperación que me embargaba cuando sabía que Emilio estaba por llegar, era un sentimiento permanente donde mi mayor emoción venía de cenar pizza una vez a la semana.
Niko se había asegurado de que me sintiera en casa, lo que agradecía, el único problema era que mi omega se negaba a soltar a Emilio del todo, al principio fue relajante no estar en presencia de su aroma alterando cada uno de mis sentidos, pero a los pocos días empezó a sollozar igual que lo hacía en casa de Eduardo, desde entonces no podía llegar a un acuerdo conmigo mismo, estaba enojado con él y resentido, pero mi omega seguía aferrándose a él con todas sus fuerzas.
Había tenido varias citas con Alejandra para que revisara mis niveles hormonales y asegurarse de que no tuviera efectos secundarios, después de la primera al ver todo lo que estaba pasando con mis emociones y lo confundido que estaba, me sugirió ir con un terapeuta, acepté con la esperanza de que ayudara, Ale buscó un profesional y Emilio se encargó de cubrir las cuentas para que no tuviera que preocuparme de nada.
Empecé a ir prácticamente de inmediato, se llamaba Andrés, era un beta recesivo, según me explicó Ale, así que no debía preocuparme de que mis feromonas fueran a afectarle, era un hombre agradable y de cierta forma hablar con alguien más servía para calmarme un poco, durante todas esas consultas le hable de la rabia que sentía cada que veía a Emilio en la estación de policía, de las ganas de llorar que se amontonaban en mi pecho cada que nos despedíamos en los escalones que daban a la calle, de cómo peleaba constantemente con mi omega por su jodida necesidad de volver a la que un día pensé sería mi casa y finalmente me pasaba haciendo la misma pregunta todos los días.
― ¿Cómo puedo saber si él me quería de verdad o si le paso lo mismo que a todos los otros alfas que conocí en mi vida? ―murmuré deseando de verdad tener una respuesta, la confianza entre nosotros ya no estaba ahí, no podía solo creer en su palabra, necesitaba una prueba de alguna clase.
―No puedes saberlo. ―respondió mirándome fijamente. ―Son la clase de preguntas en las que tienes que confiar en la otra persona para tener una respuesta, Joaquín.
―Pero no confío en él. ―susurré tragando en seco, no sabía que esperaba que me dijera, no era como si él pudiera hacerle un examen a Emilio para comprobar que me quería de verdad.
―Antes de preguntarte si él te quería o si fue un efecto más de las pastillas que te daba tu padre, debes cuestionarte que relación quieres con él. ―no era la primera vez que me pedía que pensara en ello, pero siempre que lo intentaba terminaba más confundido con mis emociones. ―Si no soportas estar a su lado, ni crees poder volver a confiar en él, no hay razón para agobiarte con preguntas como esas. ―baje la mirada con largo suspiró que dolió un poquito. ―Tenemos muchos temas que tratar, pero cada que intento que me hables de tu padre o lo que viviste en tu secuestro, de alguna forma regresas a Emilio. ―sabía que era así, no solo lo hacía en nuestras sesiones, en casa me la pasaba bloqueando esos recuerdos con todas esas preguntas.
―No me gusta pensar en mi padre. ―admití, la última vez que nos vimos fue el día que lo arrestaron, él estaba furioso conmigo como siempre, dijo cosas horribles en la sala de interrogación sobre como era una decepción para él y que las pastillas habían sido la única forma que encontró para ayudarme siendo un omega. ―Pero tampoco tengo dudas sobre él, sé que no me quiere, nunca lo hizo. Lo entendí mientras estuve encerrado.
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Cachorro
FanfictionTu padre siempre habla de tus malas decisiones y rebelde comportamiento, odia tu sonrisa traviesa y ojos curiosos, aun eres un cachorro cuando veo tus mejillas sonrojadas y aun así cada parte de mí quiere tomarte en mis brazos y ser una de tus malas...