Mimos secretos

4.1K 429 652
                                    

Joaquín POV

Desperté cubierto por pesadas mantas, el cuarto estaba oscuro aún, incluso con las cortinas abiertas, finas gotas caían por los cristales de la ventana rompiendo el silencio en la habitación, rasqué mi nariz con el interior de mi mano para no hacerme daño y noté que llevaba una sudadera puesta, intenté levantarme somnoliento y confundido, pero un firme agarré en mi cintura me impidió hacerlo.

Nuestros cuerpos estaban perfectamente encajados el uno en el otro, como si hubiéramos sido hechos para coincidir como piezas de rompecabezas, me giré entre sus brazos para poder mirar su rostro, su olor a café estaba impregnado en cada espacio de la habitación y sus manos me sostuvieron apenas volví a acomodarme, encontrando una nueva manera en que nuestros cuerpos se unieran delicadamente.

Con dedos curiosos recorrí su mejilla hasta llegar a su mandíbula, me gustaba su rostro, era bonito en cada gesto y sonrisa, siempre fue hermoso, desde que éramos niños las personas se detenían a apreciar la belleza de sus rasgos enmarcados por sus rizos que en aquel entonces solían ser más largos que ahora.

Emilio era la clase de persona que no podías evitar mirar, pero lo que de verdad te hacía querer quedarte a su lado, era su noble corazón y amables sonrisas, su mamá siempre decía que aunque Lio era tan dulce como la miel, no mostraba ese lado con muchas personas, ella incluso llegó a llamarlo tímido, yo nunca pude comprobar esa teoría, para mí él era el ser más extrovertido en la tierra, hablando con todo el mundo sin sonrojarse, sonriéndole a cualquiera que le saludara y saliendo con un montón de personas durante su adolescencia.

―Vuelve a dormir, Pup. ―susurró enrollando sus brazos entorno a mi cuerpo para pegarnos un poquito más, suspiré metiendo mi rostro en el hueco de su cuello, pero al estirarme no pude evitar gemir por el dolorcito en mi cuello que me recordó lo que había ocurrido antes de quedarme dormido.

―Me marcaste. ―susurré llevando mis dedos al lugar donde me había mordido, una tímida sonrisa se extendió por mis labios, hinchándome el pecho de pura felicidad, mi Lio ahora era de verdad mío, estábamos unidos para siempre, me había elegido como su omega, ronroneé cerrando los ojos sobre su pecho, nadie iba a poder separarnos ahora. ―Yo también te elegí como mi alfa. ―murmuré bajito tan feliz que sentía que podría llorar de dicha.

Me costó volver a quedarme dormido, pues la emoción en mi pecho evitaba que mis pensamientos se calmaran lo suficiente para perderme en el mundo de los sueños, en especial cuando temía despertar y que todo hubiera sido una fantasía, porque en ese instante era capaz de decir que era más feliz de lo que antes pude haber sido y no quería perderlo nunca.

Al abrir los ojos por segunda vez, Emilio ya no estaba en la cama, me estiré saliendo de las cobijas notando toda la ropa que me había puesto encima, llevaba un pantalón de pijama a cuadros, una camiseta de manga larga y la sudadera que me quedaba enorme, parecía que quería cubrirme del frío con el montón de capas que me puso, pero no pude evitar sonreír por la sensación de regocijo que eso me producía.

Salí de la cama para ir al baño, me lavé el rostro, los dientes e hice mis necesidades antes de detenerme a mirarme en el espejo, las marcas en mis mejillas estaban menos rojas y las de mi cuello casi se habían desvanecido por completo, pero la marca de Lio estaba ahí, vibrante y preciosa recordándome que nos pertenecíamos completa y absolutamente.

Fui a mi cuarto por mis pantuflas para andar por casa, para después bajar a la cocina en busca de Lio, lo encontré frente a la barra colocando tostadas en un plato en medio de otros dos donde ya había puesto huevo y tocino, sonreí acercándome hasta envolverlo entre mis brazos, recostándome en su espalda embriagándome con su aroma, se irguió sorprendido y acarició mis manos con las suyas.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora