¿Volvió?

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Emilio POV

Todos los de seguridad la recorrían cada centímetro del edificio, desde el estacionamiento, hasta la guardería, incluso había unos cuantos recorriendo los alrededores del edificio mientras yo llamaba una y otra vez su numero desde mi oficina, Niko estaba con los encargados de vigilar las cámaras para verificar cuanto tiempo había pasado dentro y si llegó arriba.

― ¿Emilio? ―su rostro estaba pálido, colgué la llamada apenas me envió de nuevo al buzón y lo miré de reojo, mi cuerpo enteró estaba tensó, el dolor de cabeza me estaba matando y mi alfa solo quería encontrar a Joaquín.

― ¿Lo viste? ―musité saliendo de detrás del escritorio, negó tragando en seco.

―Hubo un problema con las cámaras entre esas horas... ―fruncí el ceño profundamente y clave la mirada en sus ojos, su cuerpo se encogió y se pegó a la puerta aferrándose a ella con todas sus fuerzas. ―No saben que paso, están revisando el programa, porque se supone que cuando las cámaras se apagan, hay una alarma y se activan medidas de seguridad de emergencia, pero nada de eso ocurrió en todo el día. ―musitó hablando tan rápido que ni siquiera sonaba a su voz.

―Pago millones por esas malditas cámaras, más les vale que tengan el maldito video antes del final del día. ―gruñí llevando mis dedos a las sienes, luchando conmigo mismo para no explotar en ese momento, necesitaba la cabeza fría.

―Hablaré con ellos...

―No, deja que se encarguen, quiero que tú me consigas un celular, debe tener mi número anterior y lo necesito en el menor tiempo posible. ―murmuré volviendo a marcar su número en el molesto teléfono del escritorio, dándole la espalda a Nikolas.

―Oh por Dios ¿por qué tienes sangre? ―fruncí el ceño mirándole de reojo mientras el maldito mensaje volvía a sonar. ― ¿Estás bien?

―Tuve un accidente en la carretera, nada grave. Lo único importante ahora es encontrar a Joaquín. ―musité marcando una vez más su número.

―Estás sangrando, no creo que...

"¿Qué digo? No lo sé, que estás ocupado..."

― ¡Maldita sea! ¡Solo consígueme el teléfono, no me importa si estoy sangrando! ―exclamé lazando el aparato al piso, sus ojos se abrieron visiblemente y su agarré en la puerta le dejo los dedos blancos, su rostro asustado me recordó los ojitos de Joaquín cuando tenía miedo, su ruego esa tarde por el animal que no lo dejaba dormir, los ojos verdes. ―Ve por el teléfono y pide a seguridad que llame a la policía.

― ¿La policía? ¿No crees que estás exagerando? Joaquín podría estar con un amigo o con su padre. ―murmuró con la voz ronca y entrecortada. No había llamado a nadie más, ni siquiera pensé que hubiera esa posibilidad, ahora tenía la esperanza de que fuera así, prefería que estuviera con alguien, aunque estuviera molesto conmigo a pensar que anduviera solo por ahí.

―Ponme a Uberto en la línea. ―pedí, salió de oficina apresurado y en unos minutos mi teléfono comenzó a sonar, sostuve el aparato contra mi oreja escuchando cada timbrazo más largo que el anterior.

―Emilio, ¿a qué debo tu llamada? ―había evitado cualquier contacto con él desde que salimos de su casa meses atrás, no soportaba su voz, ni su sonrisa de suficiencia desde hacía años, pero con lo que le hizo a Joaquín y su poco interés en él a partir de que lo lleve a vivir conmigo, sabía que, si llegaba a verlo a la cara, terminaría por golpearlo.

― ¿Has hablado con Joaquín hoy? ―murmuré sin querer contarle que no podía encontrarlo, cualquier alfa podría rastrear a su omega sin problemas, que yo no pudiera hacerlo, llamaría su atención y no quería darle razones para alejarlo de mí.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora