Pup

4.3K 469 348
                                    

Joaquín POV

La primera parada fue en el área de carnes frías, ordenamos un montón de quesos, salchichas, jamón y otras cosas que Emilio eligió, después compramos pan recién hecho, en su mayoría eran piezas dulces porque Lio me dejo elegirlas todas, la siguiente parada fueron los lácteos, pero mientras él ponía leche en el carrito mi mirada se vio distraída por un pasillo lleno de caramelos.

Papá no me dejaba comerlos a menudo, las pocas veces en que podía probarlos era porque Diego llevaba a la escuela y me obsequiaba uno, sin decir nada me alejé del carrito hasta llegar a los anaqueles llenos de chocolates, paletas, galletas y bombones, rápidamente encontré los que Diego me daba en el receso, eran una especie de bombones con galleta cubiertos por chocolate y nuez, mis favoritas de todos los que pude probar desde que éramos amigos.

Aunque con la variedad que había me pregunte si encontraría unos mejores, quizás había bombones de otros sabores o chocolates más dulces, me distraje leyendo todas las etiquetas posibles, aprendiéndome los nombres para pedirle a Lio que me comprara un par, seguramente a él también le gustaban, una sonrisa se instaló en mi rostro solo de pensar en ser quien se los enseñara por primera vez.

Siempre que los llevara a casa pensaría en mí, hasta podía dárselos yo mismo en la boca, mientras me sostenía en sus brazos con su aroma bonito rodeándonos a ambos, mis mejillas se tiñeron de rojo al notar a donde estaba yendo mi omega con sus pensamientos.

Cuando tuve los nombres memorizados fui a buscarlo, pero ya no lo encontré en donde lo había dejado, caminé pegado a los congeladores esperando verlo en los pasillos, hasta que llegué a una esquina que decía vinos y licores, había un par de personas ahí leyendo los nombres en las botellas, pero Lio no era uno de ellos, me mordí el labio consternado, tenía que encontrarlo o iba a dejarme aquí.

Miré el camino por el que había venido confundido, no lo vi en ningún pasillo, fruncí el ceño al darme cuenta de que ya ni siquiera recordaba en cual estaban los dulces, un sonido extraño salió de mis labios y traté buscar su aroma en el aire, pero había muchos diferentes ahí.

― ¿Estás bien? ―levanté la mirada hasta encontrarme con la de un hombre en traje que sostenía una botella y una cesta con un par de cosas, su aroma era parecido a la madera, no era bonito como el de Emilio.

―Estoy perdido. ―murmuré mirándole a los ojos, rogando que él supiera como buscar a alguien aquí.

― ¿Tus padres te han traído? ―preguntó con una mirada curiosa, negué lentamente.

―Vine con un alfa llamado Emilio. ―exclamé rodeando mi cintura al notar su mirada en mi camiseta corta, una sensación extraña me recorrió la espalda y mi omega se tensó cuando el aroma de ese hombre me envolvió.

― ¿Qué es ese alfa de ti? ―cuestionó con la voz más firme y mi omega se encogió mirando el piso, su aroma me estaba mareando de mala manera, tenía el estómago revuelto y no me respondían las piernas.

Mientras estés conmigo todos pensarás que eres mi omega y ni siquiera pensaran en acercarse.

―Es mi alfa. ―musité temeroso, con las palabras de Emilio repitiéndose en mi cabeza para darme seguridad, pero el hombre levantó mi rostro por la barbilla revisando mi cuello de ambos lados.

―No veo una marca en tu cuello, eso quiere decir que no tienes alfa. ―murmuró con la voz dura que mi omega detestaba, me solté de su agarré y di un paso atrás, su aroma era muy fuerte ahora y no soportaba la sensación que dejaba en mi cuerpo.

―Sí tengo, pero...

―Si tienes un alfa y te ha dejado solo sin una marca, es porque no le interesas tanto como crees. ―exclamó con una sonrisa de lado que me hizo tragar en seco, su voz, su aroma, su mirada, ya no quería estar aquí.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora