¿No soy tu omega?

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Emilio POV

Eduardo se fue en cuanto salimos del despacho de Uberto, no estaba feliz con la decisión que acababa de tomarse y no podía importarme menos, había algo en él que no me daba confianza, aparte de que Joaquín claramente no soportaba tenerlo cerca.

Uberto anunció que él se haría cargo de los invitados mientras yo subía a hablar con Joaquín, no tenía dudas de que se encargaría de correr la voz sobre nuestro acuerdo, presumiendo un compromiso nuevo como si simplemente hubiera conseguido un mejor postor.

Subí hasta la habitación de Joaquín en completo silencio, sin saber exactamente como le diría que había sido participe de una negociación por él, como si se tratara de un contrato por la mejor ganancia. Estaba seguro de que era la mejor opción para él, podría mantenerlo a salvo el tiempo suficiente para que al menos terminara la preparatoria y de ser necesario tendríamos una boda sin compromisos para que terminará una carrera, porque definitivamente no iba a dejar que volviera a estar bajo el control de Uberto.

Toque dos veces a la puerta y escuche sus pasos acercarse rápidamente para abrirme, le dedique una sonrisa tensa, su mirada no tardo en reflejar el miedo e instintivamente lo envolví en mi aroma, sus hombros se relajaron poco a poco y tome su mano para llevarlo dentro de nuevo.

― ¿Qué paso? ―susurró siguiéndome hasta tomar asiento en la orilla de la cama, me miraba temeroso y sus manos se mantuvieron aferradas a las mías incluso cuando rompí el agarré.

―Hable con Uberto, no vas a tener que casarte con Barquín. ―murmuré con seriedad, su cuerpo de inmediato adopto un semblante más delicado, el mismo que tenía al encontrarlo en aquel columpio horas atrás, con su rostro tomando color de nuevo y su mirada suavizándose lentamente.

―Gracias. ―exclamó estirándose para rodear mi cuerpo con sus brazos, una sonrisa se extendió por su rostro y su aroma dulzón me pegó generando que mis brazos le rodearan de vuelta con esa sensación de protección embargándome.

―Hay otra cosa que debes saber. ―murmuré sin deshacer mi agarré, asintió sin intención de moverse y mi vientre se contrajo al notar como su cuerpo buscaba mi calor instintivamente, su omega me veía como un lugar seguro. ―La única forma en que tu padre iba a aceptar romper el compromiso con Eduardo, era si conseguía otro alfa para cuidar de ti. ―musité eligiendo cada palabra cuidadosamente, tenía miedo de que su omega de pronto sintiera la misma repulsión que sentía con Barquín, pero ahora conmigo. Su mirada salió de su escondite en mi pecho y parpadeo un par de veces mostrándome toda esa confianza ciega que tenía en mí.

― ¿Tú elegiste otro alfa para mí? ―susurró frunciendo ligeramente el ceño, no sabía si su cuerpo seguía tan relajado por mi aroma envolviéndolo o si de verdad pensaba que mi elección sería mejor que la de su padre. Negué ligeramente y acomodé sus chinos en su lugar.

―No exactamente, en esa oficina solo había tres alfas ¿recuerdas? ―estaba divagando, pero él asintió siguiéndome inocentemente. ―No confío en que tu padre no cometa una locura si te dejo aquí y Eduardo me produce una sensación extraña.

― ¿A ti también? ―exclamó separándose definitivamente de mis brazos, mirándome con ojos muy abiertos. ―Es su aroma, mi papá no lo siente, pero mi omega sí, es un olor amargo. ―explicó moviendo sus manos en medio de nosotros, sonreí sin poder evitarlo por su curiosa forma de explicar, podía enseñarle que como omega era normal que a veces rechazara el aroma de otros alfas, en especial si temía de ellos, pero tendríamos tiempo para eso después.

―Joaquín. ―murmuré atrapando su atención de nuevo, sus mejillas tomaron un tono carmesí y su mirada se desvió de la mía.

―Lo siento.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora