Impulsos de un Alfa

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Joaquín POV

Salí de la cocina apresurado, llevaba todo el día ansioso por verlo, quería mostrarle el moño que Kat me enseñó a hacer y el traje que había elegido, pero apenas cruce la puerta unos brazos me tomaron con fuerza haciendo que soltara un grito de sorpresa, su aroma me inundo como un torbellino y mi omega ronroneo cínicamente contra su pecho.

― ¡Lio! ―exclamé con los ojos muy abiertos y la respiración acelerada, Emilio tenía una preciosa sonrisa en el rostro que inevitablemente me hizo sonreír también. ―Me asustaste. ―susurré recargando las manos en su pecho, mi corazón iba tan rápido que parecía querer ganar una carrera y seguramente todos mis chinos se habían salido de lugar, sus manos me sostenían por la cintura pegándome a su cuerpo, evitando que tocara el piso y mi omega sonrió de pura satisfacción sintiéndose en sus brazos.

―Lo siento, no pude evitarlo. ―murmuró en un tono dulce que solo le había escuchado usar conmigo, después de esas semanas juntos había armado una pequeña colección de cosas que Lio me daba solo a mí, haciéndome sentir mariposas con cada mínimo gesto nuevo. ―Solo me dices Lio cuando tu omega le habla directamente a mi alfa. ―añadió cerrando sus brazos a mi alrededor, sentí mis mejillas arder al darme cuenta de que le había llamado así en voz alta.

―Se me salió. ―murmuré apenado, frunció ligeramente el ceño sin borrar la sonrisa de sus labios.

―Me gusta que me llames así. ―confesó tomándome por sorpresa, me había pasado los últimos diez años de mi vida pensando que le molestaba y ahora me venía a decir que le gustaba.

―No es verdad. ―sentencié frunciendo el ceño, me miró con una ceja alzada y me crucé de brazos ofendido por su respuesta, su aroma a café recién hecho se impregnó en mí relajando mi cuerpo instintivamente y cerré los ojos sintiéndome aturdido de nuevo. ―No hagas eso. ―musité con la voz entrecortada.

Era una sensación a la que no lograba acostumbrarme por más que estuviéramos juntos, cada que el alfa que me sostenía en su brazos decidía marcarme con su aroma se me iba el mundo y mi omega solo era capaz de ronronear rozándose tímidamente con su cuerpo.

―Estás molesto. ―murmuró con simpleza cuando llevé mi cabeza a su hombro embriagado por el calor que recorría mi cuerpo desde hacía días, no le había dicho a nadie porque no lograba entenderlo y la última vez que le pregunté a Diego terminé llorando sin poder controlarlo.

Pero desde hacía poco más de una semana mi cuerpo reaccionaba de una forma diferente cuando Lio me tomaba en sus brazos, mi cabeza divagaba por unos instantes en una neblina confusa de la que no sabía cómo salir, mi omega se agitaba anhelante de esa sensación que se sentía inalcanzable y mi cuerpo ardía desde adentro.

Envolví mis brazos poco a poco en su cuello manteniendo los ojos cerrados hasta recuperar la consciencia, sin prestar atención a sus acciones, el suave estremecimiento que recorría mi espalda era una dulce tortura a la que me había apegado sin poder darle explicación e incluso cuando intentaba resolverlo por mi cuenta terminaba sin investigar nada porque temía que las respuestas lo hicieran desaparecer.

―Tu aroma es tan dulce, cariño. ―su voz se escuchaba lejana y tensa, solo era consciente de que seguía en sus brazos por la fuerza con que me sostenía contra su pecho y la bruma no estaba desapareciendo. Sentí una delicada caricia en mi cuello erizándome la piel, era como si una diminuta punta filosa recorriera mi garganta hasta detenerse de golpe. En medio de aquel velo embelesador incline el rostro emitiendo el llanto que ahora sabía haría que él me mimara como quería, aun cuando no sabía que era exactamente lo que le estaba pidiendo. ―Debería cambiarme o perderemos las reservaciones.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora