Epilogo: Solo nosotros dos

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Joaquín POV

El cambio de estación daba la sensación de que hubieran pasado más tiempo del que recordaba haber contado, las flores que un día alguien dejó como despedida ahora yacían secas al igual que las hojas que habían caído sobre su nombre grabado en cemento.

Era extraño pensar que habían pasado dos años y aún no era capaz de decirle adiós, no importaba el número de veces que Andrés me pidiera darle un final a esto, ni las veces que estuve en este mismo lugar leyendo su nombre una y otra vez, aún no era capaz de hacerlo. Muy en el fondo, aún dolía como terminó todo entre nosotros, nunca pudimos ser felices, nunca hubo un buen comienzo para darle un buen final, fue solo una historia que alguien no supo contar.

Metí las manos en el abrigo negro que parecía adecuado para el lugar, me quedaba enorme, igual que el viejo impermeable amarillo, pero servía para el frío de la temporada, suspiré intentando formar una oración para despedirme, no quería volver aquí el mes siguiente con la nieve remplazando las hojas secas, tenía que seguir con mi vida, ser capaz de venir a cambiar esas flores al menos una vez.

―Estoy en la universidad, acabo de terminar mi primer año. ―mordí mi labio inferior deseando no estar solo aquí, aun cuando era yo quien lo había decidido. ―Vendí la casa, no podía ir ahí de nuevo, había demasiados recuerdos que... ―miré su nombre una vez más y suspiré pesadamente cerrando los ojos un instante, frustrado con todo lo que quisiera haberle dicho. ―Voy a casarme. ―murmuré sintiendo el fino peso del anillo que aún colgaba de mi cuello. ―Me lo pidió en mi cumpleaños, cenamos y comimos pastel de chocolate...probablemente no te haría muy feliz escuchar esto, pero es el amor de vida y creo que seremos felices juntos.

Quise decirle adiós, perdonar el pasado y prometerle que volvería con flores frescas, pero ninguna de esas cosas pasaría pronto, en cambio, recogí el pequeño ramo para tirarlo en la basura y regresé por el mismo camino por el que llegué, tan pronto divise sus rizos el peso en mis hombros se desvaneció, tardó un instante en encontrarse con mi mirada, pero cuando lo hizo no dudo en terminar con su llamada y acercarse a mí apresuradamente.

― ¿Cómo estás? ―sonreí sin mucha emoción mientras me rodeaba con sus brazos, levantándome unos centímetros del piso. ― ¿No fue el día? ―negué encogiéndome de hombros y llevé mis dedos a su cuello.

― ¿Podemos ir a casa? ―llevábamos meses viviendo en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad que aun cuando no era mi favorito, era suficiente para los dos, en especial porque era temporal y sabía que no tendríamos que quedarnos ahí por mucho.

El problema era que la remodelación de nuestra casa estaba atrasándose cada vez más y estaba cansado de esperar, solo quería tirarme en el sofá con nuestra manta azul cubriéndonos del frío invierno.

―Justo estaba hablando con el contratista, está todo listo, podremos quedarnos ahí a partir de hoy. ―sonreí sinceramente, de verdad quería regresar a nuestra casa, extrañaba nuestra burbuja lejos del resto del mundo.

―Solo nosotros dos. ―musité como una clara advertencia de que no quería invitados sorpresa, por mucho que quisiera a nuestros amigos, en ese momento lo único que quería era a mi Lio besándome en nuestra habitación.

―Tú y yo, nadie más. ―prometió con una sonrisa de lado.

Aun me costaba creer que dos años atrás habíamos estado al borde de perderlo todo y ahora teníamos un futuro brillante frente a nosotros. La sonrisa en mi rostro se suavizo hasta perderme en la cariñosa mirada de mi alfa y mientras emprendíamos el camino de vuelta a casa, pensé en todos los pasos que dimos para llegar aquí.

Flash Back

Las marcas bajo sus ojos estaban más oscuras que antes, cada ángulo de su rostro se veía más marcado ahora, su cuerpo se sentía duro en las puntas de mis dedos e incluso sus labios se veían secos. Llevaba un rato mirándolo fijamente en silencio, no quería despertarlo, al menos no por unas horas más prefería que descansara tanto como le fuera posible, porque la sola imagen de su imponente figura en aquel pequeño sillón de su oficina me encogía el corazón.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora