Penumbra

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Joaquín POV

Las horas pasaban más lento cada día encerrado en esa habitación, no estaba seguro cuanto tiempo llevaba aquí por culpa de los continuos desmayos que me impedían mantenerme despierto por largos periodos, e incluso cuando lo estaba el dolor se volvía insoportable, los ojos me pesaban, levantarme de la cama era una tortura que me obligaba a pasar cada que abría lo ojos, caminaba hasta la ventana con la esperanza de ver a Eduardo salir o a Lio llegar.

Había perdido la cuenta de los días, ya no estaba seguro si era lunes o viernes o si era demasiado temprano que el sol no había salido o tan tarde que el sol ya se había ocultado, sentía que vivía en cortos instantes de penumbra, en que si tenía suerte veía el amanecer, pero en esa cruel oscuridad lo único que deseaba era verlo de nuevo, que me llamara Pup de nuevo y me dejará dormir en su pecho una última vez, ya no sentía calor incluso cuando él decía que siempre tenía calentura, tampoco percibía muy bien los aromas, el amargo que me mantenía tenso se había perdido con la brisa y las notas del café dulce de mi Lio se me estaban olvidando.

No estaba seguro de que ocurría a mi alrededor la mayor parte del tiempo, a veces solo mantenía los ojos abiertos mirando la ventana desde la cama, mientras mi cerebro parecía seguir dormido, era consciente de cuando él entraba al cuarto, porque mi omega no le soportaba, un gruñido bajito raspaba mi garganta cada que intentaba tocarme y aun cuando dolía, le apartaba de golpe dejando en claro que no le quería cerca de mí.

Todos los días parecía la misma rutina, él entraba con el desayuno, obligándome a tomar un enorme vaso de jugo de naranja tan amargo como su aroma y luego perdía el control cuando se le hacía imposible hacerme comer el resto de las cosas que llevaba en la bandeja. Me amenazaba con dejarme sin comida y al no recibir respuesta de mi parte salía del cuarto azotando la puerta.

Por la tarde volvía con más comida que me negaba a ingerir, murmuraba cosas que ignoraba tanto como era posible y si se atrevía a tocarme mi cuerpo entero huía hasta gritar con todas las fuerzas que me quedaban.

Y por las noches, dejaba una taza de té en la mesita de noche con galletas de mantequilla que lo único que lograban era recordarme a mi Lio diciéndome que olía a galletas de naranja, dejando que una nueva ola de lágrimas cayeran silenciosamente por mis mejillas, lo extrañaba más de lo que era capaz de comprender, quería verlo y sentirlo conmigo de nuevo, pero sin importar cuanto rogara por irme, nadie parecía escuchar.

―Si comieras algo, no te la pasarías dormido. ―murmuró sentándose frente a mí en la ventana, encogí las piernas rápidamente para evitar que su piel tocara la mía y lo vi tensarse de pies a cabeza, frunciendo profundamente el ceño.

―No necesito comida, necesito a mi alfa. ―respondí con la voz ronca, mis gritos de los primeros días me habían dejado lastimada la garganta y ahora cada que intentaba decir algo, era apenas audible que estaba hablando.

―Él no es tu alfa. ―gruñó tomándome de la muñeca sacándome un chillido de dolor, siempre era rudo cuando me tocaba, tenía miedo de que me hiciera daño cada que se acercaba demasiado, porque mi muñecas dolían mucho ahora y la última vez que perdió el control me hizo una marca en la cadera. Me soltó después de un largo rato, pero en su rostro veía la rabia contenida, como si fuera a explotar en cualquier momento en mi contra. ―No quiero que vuelvas a mencionarlo.

―Va a venir por mí pronto y le diré lo que hiciste. ―sollocé pegando mi muñeca a mi pecho con cuidado de no hacerme más daño. ―Le diré que por tu culpa no pude caminar dos días y que mis brazos duelen porque tú me tocas, le diré todo el daño que me hiciste.

―Han pasado tres semanas desde que llegaste aquí ¿de verdad piensan que va a venir por ti todavía? ―me negaba a creer otra cosa, mi omega me decía que era así, que mi Lio nunca me abandonaría con alguien como Eduardo. ―Estás aquí por él, si te hubiera querido tanto como crees, nunca te habría tratado como basura, ni te habría desechado cuando María volvió. He sido muy paciente contigo, pero todo tiene un límite, así que más te vale que lo aceptes de una maldita vez o yo mismo haré que esa marca se borré.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora