Estúpida Fantasía

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Joaquín POV

Regresamos a casa en un brutal silencio que solo lograba ponerme más nervioso, no sabía que debía decir ahora, sentía que, si mencionaba la universidad de nuevo, volvería a dejarme solo en la casa y después de la noche anterior, lo último que quería era pasar otra vez el día solo.

El pensamiento me trajo de vuelta el recuerdo de aquellos ojos verdes, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo e instintivamente lleve mis dedos a la marca en mi cuello, esa cosa estaba enojada porque la tuviera, cerré los ojos meciéndome con el movimiento del auto, tratando de recordar lo que dijo en mis pesadillas, pero el aroma amargo bloqueaba mis pensamientos, suspiré pesadamente recargando la cabeza en la ventana y miré de reojo a Lio, quería preguntarle si alguna vez había tenido pesadillas, pero al notar su rostro firme y ceño fruncido, la pregunta se quedó en mi garganta.

Lio...

Su cuerpo se tensó y recordé que cuando hacía eso le provocaba dolor de cabeza, callé a mi omega al fondo de mi cabeza, volviendo la mirada a la ventana con la esperanza de no haberlo molestado de nuevo, no quería que volviera a gritarme hasta hacerme bajar la cabeza.

Sin darme cuenta me quedé dormido en el camino, ahora estaba en mitad del jardín mirando fijamente los mismos árboles de la noche anterior, en el lugar donde los ojos verdes se escondían, las manos me temblaban, pero la chaqueta de Lio me dejó ocultarlas para cubrirme del frío, suspiré llenándome de valor y di un paso en dirección al bosque, los arbustos se movieron en una sacudida del viento y quise regresar dentro, pero las piernas no me respondían.

Comenzó a costarme trabajo respirar, la brisa me golpeo con más fuerza y de pronto la chaqueta ya no era suficiente para evitar que todo mi cuerpo se sacudiera en una horrible combinación de frío y miedo.

Tanto tiempo, mi dulce omega.

La filosa voz me recorrió entero volviendo el miedo en terror en un instante, sus ojos brillaron de nuevo, la luz se desvaneció y la brisa se convirtió en una terrible tormenta, empezó a caminar en mi dirección con un gruñido tan bajo que creí me lo estaba imaginando.

No soy tuyo

Gemí con la garganta rasposa, aquella mirada se sentía como una cuerda enredada en todo el cuerpo, impidiendo que huyera como deseaba hacerlo y mientras sus pasos más se acercaban, más deseaba poder correr, sollocé bajito llamando a Emilio una y otra vez, sentía que una vez esa cosa me tocara no podría volver a casa.

―Joaquín. ―un empujón en mi hombro me sacó de horrible sueño, la mirada ceñuda de mi alfa lo primero que pude ver al despertar y sin pensarlo enredé mis brazos en su cuello dejando que mi omega sollozara tanto como quisiera.

Odiaba esa sensación mientras dormía, el miedo era cada vez más insoportable y era incluso peor ahora que él estaba tan enojado conmigo, no me gustaba la distancia que ponía entre nosotros.

―Iré a la universidad si quieres y no volveré a entrar sin tocar, solo ya no estés enojado conmigo. ―rogué con las lágrimas corriendo por mis mejillas. Suspiró pesadamente colocando sus manos en mis hombros.

―Tranquilo. ―murmuró con la voz contenida, seguíamos en la entrada de la casa, él solo había abierto la puerta del auto para despertarme y ahora estaba colgado de su cuello. ―Joaquín, necesitas calmarte.

―No me gusta que me llames así. ―exclamé llorando con más fuerzas, sus manos me empujaron sin llegar a lastimarme, pero con la intención de separarme de su lado y el dolor en la marca me hizo jadear con fuerza. ― ¡No! ¡Duele!

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