Pijamada

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Joaquín POV

Era viernes, las clases habían terminado y esperaba a que el chofer de Lio llegará a buscarme frente a la puerta de la escuela, Diego se había quedado en el salón después de discutir con la maestra por tercera vez por cortar el programa en biología, no estaba seguro a que se refería, pero era un tema que le molestaba bastante.

―Disculpa, eres el amigo de Diego ¿verdad? ―su voz tan cerca me hizo saltar de sorpresa y se me cortó el aliento por su aroma tan fuerte, seguía sin acostumbrarme a los aromas de los alfas.

Frente a mí estaba el hermano de Diego, era la primera vez que le tenía tan cerca y era capaz de admirar del todo sus facciones, era parecido a mi amigo, ambos eran rubios con ojos claros, pero él era mucho más alto y fornido, y su rostro era más anguloso, con su barbilla cuadrada y pómulos que resaltaban.

―Sí. ―murmuré dando un paso atrás, su aroma me estaba mareando combinado con el de Emilio que seguía envolviéndome.

―Oh bien ¿sabes dónde está? ―asentí sintiéndome nervioso sin razón, pensé en lo que Lio dijo, sobre que no todos los alfas eran iguales, pero hasta ahora no había tenido buenas experiencias con ellos, el único que no me generaba un miedo irracional era él.

―La maestra lo castigo, tuvo que quedarse después de clases. ―murmuré con mis manos aferrándose a mi mochila, no se veía alterado, ni siquiera estaba mirándome realmente, pues apenas le respondí su vista fue a parar al edificio detrás de mí, pero eso no evitaba que me sintiera abrumado.

―De acuerdo, gracias... ―su larga pausa me hizo saber que quería que le diera mi nombre, su mirada atrapó la mía y su sonrisa relajo mi cuerpo, aunque mi omega seguía deseando que se alejara un poco.

―Joaquín. ―musité con una sonrisa incomoda en mis labios.

―Joaquín, supongo que tengo que ir a buscarlo. ―asentí mirando de reojo el estacionamiento con la esperanza de que el chofer apareciera pronto.

―Sebastián deja en paz a Joaquín, no ves que no le gustan los alfas. ―exclamó Diego acercándose a nosotros con una sonrisa tranquila, le sonreí sonrojado y su hermano puso los ojos en blanco.

―No tendría que molestarlo, sino fuera porque tú no sabes comportarte. ―respondió con desinterés, fue entonces que el auto de Lio entró en mi campo de visión, llegaríamos un poco tarde a casa, pero llevaba toda la semana llevándole su almuerzo, por lo que no dudaba que me esperara incluso si tardaba unos minutos más.

Les dediqué una sonrisa a ambos, a punto de despedirme cuando el auto se detuvo frente a nosotros, hasta que su cuerpo salió del asiento delantero y mi omega se vio completamente atraído a él, sin importarme mínimamente las personas a mi lado, Lio no venía nunca por mí, verlo ahí me alegró más de lo que podía expresas.

―Pup. ―exclamó con su bonita sonrisa de lado y su aroma abrazándome al mismo tiempo que su mano me atraía a su lado, sonreí encantando de tenerlo aquí.

―No sabía que vendrías por mí. ―murmuré sonriente, él me devolvió el gesto con un ligero asentimiento acomodándome entre sus brazos. ― ¿Iras a comer a casa conmigo?

―En realidad tengo el resto del día libre para que podamos empezar a arreglar tus cosas. ―explicó con esa voz un tanto ronca y melosa que mi omega disfrutaba descaradamente.

―Entonces te vas a quedar conmigo todo el día. ―exclamé emocionado, él asintió hasta que su mirada paso de mí a un punto detrás, solo entonces recordé que Diego y Sebastián seguían ahí. ―Oh, lo siento, Diego, Sebastián, él es Emilio, mi alfa. ―murmuré sonrojado dándole la espalda a Lio para poder ver a los chicos de nuevo, el alfa detrás de mí paso su brazo por mi cintura pegando mi cuerpo al suyo y sentí su aroma incrementar hasta dejarme un poquito aturdido.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora