Jardín del Eden

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Joaquín POV

Frente a nosotros había un hermoso jardín con luces blancas en los arbustos y en las copas de los árboles, florecitas del mismo color regadas en puntos perfectos para que nadie pudiera lastimarlas al pasar encima de ellas, mesas alrededor tan separadas la una de la otra que en el espacio entrarían al menos otras diez, en cada mesa había un arreglo de tres velas con diferentes tamaños y pequeños toques que hacían parecer que formaban parte del jardín tanto como las flores que crecían ahí.

A donde dirigía la mirada nuevos y maravillosos detalles atrapaban mi atención, logrando que mi vientre se llenara de mariposas, era un lugar tan hermoso a la vista y tan alejado del mundo que parecía sacado de un cuento de hada, la clase de sitio donde perderse valía la pena.

― ¿Te gusta? ―murmuró Lio con una linda sonrisa que me robo el aliento, mis mejillas se sentían calientes e irremediablemente me hundí en su pecho, mi omega estaba rebosante de felicidad, Emilio había buscado el lugar perfecto para mí, lo eligió pensando únicamente en mí, como podría no gustarme.

Gracias.

Me gustaba hablarle de esa manera, porque podía escucharlo en mi cabeza, haciéndome sentir era una conexión que me recorría el cuerpo entero causándome escalofríos de buena manera, por un instante era como si estuviéramos unidos más allá de un toque en nuestras manos o su brazo en mi cintura.

De nada, bebé.

Sonreí rozando su pecho con mi rostro en un gesto instintivo, la chica nos llevó hasta nuestra mesa, Emilio abrió la silla para mí con un gesto dulce en su rostro y soltando poco a poco mi cintura para que pudiera tomar mi lugar, estaba seguro de que el sonrojo en mis mejillas era tan intenso que hasta los músicos en el escenario al final del lugar, podían notarlo.

―Su mesero vendrá en un minuto, mientras tanto ¿puedo ofrecerles una copa? ―murmuró la joven colocando los menús frente a nosotros, Emilio había tomado su lugar frente a mí y me miró de reojo tras la pregunta de la señorita, le sonreí nervioso, no conocía de vinos, la única vez que probé el alcohol fue en la cena de navidad, una copa de champaña con burbujas que realmente no me gustó, era muy fuerte y me había dolido la cabeza al poco rato de dar el primer sorbo.

Incluso había tenido que pedirle a mi papá que me llevara de vuelta a casa porque no soportaba el mareo en mi cuerpo, él me había enviado con el chofer de regresó para poder continuar con la velada por su cuenta, apenas llegué a mi habitación caí dormido en la cama, confundido por lo borroso que se veía todo.

― ¿Has tomado alcohol antes? ―cuestionó el alfa al otro lado de la mesa con una sonrisa curiosa en su rostro, la joven pelirroja mantenía su mirada fija en él y podía notar un leve sonrojo en sus mejillas, fruncí ligeramente el ceño sin comprender porque me molestaba, era la misma sensación que cuando mis compañeros de clase se me pegaban distraídamente para atrapar el aroma de Lio en mí.

―No, pero podría probarlo. ―susurré regresando la mirada a él. ― ¿Hay uno que sea dulce? ―murmuré mordiendo mi labio inferior, Lio sonrió sincero y leyó la carta un segundo antes de ordenar una botella con un nombre extraño, la joven le sonrió agitando su larga melena al girarse para ir a traer lo que Emilio ordeno, dejando un aroma curioso en la mesa. ― ¿Qué pediste?

―Es un vino espumoso de manzana, tiene un sabor dulce, va a gustarte. ―prometió con esa sonrisa encantadora que hacía que mi corazón fuera tan rápido como las alas de un colibrí. ― ¿Qué te gustaría comer?

―Oh. ―tomé el menú para leer las opciones, me salte todo los pescados con un gesto de asco, en casa de mi papá teníamos que comerlos cada viernes y simplemente lo odiaba, prefería fingir que tenía sueño para irme a la cama temprano. Seguí con las carnes y pastas, tenían una gran variedad de cortes, pero lo que verdaderamente llamo mi atención fue la lasaña de cuatro quesos. ―Quiero lasaña. ―murmuré levantando la mirada hasta él.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora