Cachorrito

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Emilio POV

La pasta estaba deliciosa, Katerin era una cocinera extraordinaria, pero sin duda la mejor parte fue compartir el almuerzo con Joaquín, sus preguntas sobre mi trabajo y todo lo que tenía en la oficina mantenían la conversación interesante, me gustaba ver sus ojitos curiosos recorriendo cada pequeño detalle del lugar, así como la forma en que ponía su total atención a cada respuesta que le daba.

―Emilio, tu siguiente reunión inicia en diez minutos. ―exclamó Nikolas abriendo la puerta mientras Joaquín cerraba perfectamente los táperes sobre la mesa, asentí levantándome del sofá para acercarme al escritorio y colocarme el saco de nuevo. ―Iré a terminar de organizar la sala de juntas en el área de finanzas, te avisaré cuando todo esté listo.

―Gracias. ―murmuré con un asentimiento, él asintió y salió de la oficina con una sonrisa dirigida a Joaquín, la cual correspondió con dulzura.

―Le diré al chofer que me lleve a casa. ―exclamó el castaño guardando todo en su mochila, levantó su mirada hasta encontrarse con la mía, una bonita sonrisa iluminó su rostro y sin saber de dónde venían las palabras, le pedí que se quedará.

― ¿Por qué no te quedas? ―su mirada mostró sorpresa y cierta emoción, fruncí ligeramente el ceño confundido, al final de mis pensamientos era mi alfa el que se negaba a dejarlo marchar tan pronto, asumí que tenía que ver con como lo había visto ayer, debía seguir preocupado de que volviera a sentirse así y no estar cerca para hacerlo sentir mejor.

― ¿Puedo quedarme? ―exclamó acercándose peligrosamente a mí con sus mejillas sonrojadas y una sonrisa enorme adornando sus labios, asentí lentamente con su aroma dulzón envolviéndome con mayor intensidad, sus ojitos recorrieron mi rostro hasta detenerse en mis labios y frunció ligeramente el ceño, con delicadeza paso la punta de su dedo pulgar por la comisura de éstos. ―Tienes salsa. ―explicó en un murmulló, sin darme tiempo a meditar lo que acababa de pasar se alejó un paso satisfecho con su trabajo. ―Oh no. ―suspiró tomando mi corbata entre sus manitas.

Había una mancha ahí también, esa no podríamos quitarla tan fácil como lo hizo con la que tenía en el rostro, sin detenerse a preguntar estiro sus manos deshaciendo el nudo en mi cuello, sus dedos recorrieron el borde inicio de mi camisa con extremo cuidado, rozando mi piel en el proceso, su rostro concentrado en lo que hacía me tenía inmóvil y por un instante sentí esa misma emoción de la que me hablo la noche anterior, su aroma me tenía aturdido.

―Oh. ―musitó deteniéndose de golpe y sonrojándose fuertemente. ―Lo siento. ―murmuró apenado, debía haberse dado cuenta de lo que estaba haciendo, respiré de nuevo parpadeando aún perturbado por lo que su aroma me había provocado.

―Está bien, puedes terminar de quitarlo. ―murmuré con la voz ronca, su cuerpo estaba demasiado cerca incluso cuando había quitado sus manos de en medio, me miró mordiendo su labio inferior y asintió volviendo a su tarea, una vez quito la corbata deshizo también los primeros botones acomodando el cuello de la camisa de nuevo.

―Ya está. ―susurró orgulloso del resultado, le sonreí de lado y él sonrió de nuevo con sus mejillas aún rosadas. ―Le preguntaré a Katerin como quitar la mancha. ―anunció doblándola con cautela, evitando que la mancha tocara el resto de la prenda. ―Te esperaré aquí ¿sí?

―De acuerdo, estaré en el piso siete si necesitas cualquier cosa. ―asintió mordiendo su labio inferior y contra cada parte de mí que deseaba llevarlo conmigo, salí de la oficina dejándolo ahí.

La junta se me hizo demasiado larga, cada cierto tiempo revisaba la hora en el teléfono pensando en que estaría haciendo solo, Niko me golpeo por debajo de la mesa dedicándome una mirada de advertencia pues no estaba poniendo ni la mitad de la atención que debería, suspiré sacudiendo la cabeza y puse todo mi empeño en escuchar el resto de la sesión.

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