Emilio POV
Poner una barrera entre nosotros dolió como si me estuvieran arrancando un pedazo del pecho, cada palabra que salía de mis labios se sentía como la más grande ofensa que jamás pude haber dicho y hablarle de la misma manera en que lo haría cualquiera de esos hombres a los que tanto odiaba fue como ponernos frente al fuego, quemándonos mutuamente mientras veíamos nuestros ojos apagarse lentamente.
Su dolor me estaba matando, cada que lloraba o sollozaba, incluso si no estaba a su lado, sentía que mi cuerpo entero se quebraba en dos, mi alfa rugía desesperado por llegar a él y mi parte de más racional cada vez tenía más problemas para encontrar razones que me impidieran hacerlo.
Lo que sentí esa mañana mientras me rogaba por volver a mi lado, no se comparaba con esto, nos estaba torturando y podía ver los estragos en ambos, sus ojitos perdieron el brillo inocente que había alimentado desde que llegó a vivir conmigo y el único momento en que podía escuchar la voz de su omega sin destruir mis planes, era por las noches, mientras recorría las orillas de la casa en busca de ese animal al que tanto miedo le tenía.
Desde que lo dijo mi alfa no dejaba de pensar en ello, era verdad lo que dije, normalmente había animales pequeños alrededor de la casa, pero nada más grande a un conejo. Y el miedo de Joaquín era tan palpable que era imposible pensar siquiera que fuera algo así de pequeño.
A partir de esa noche me pasaba las horas entre las penumbras del bosque, en busca de esa cosa que ponía nervioso a mi castaño, no podía subir y mimarlo hasta hacerlo sentir seguro sin hacer más fuerte lo que nos unía, pero podía asegurarme de que nada le hiciera daño.
Pasaron días enteros en los que dormir paso a segundo plano, vivía a base de café y bebidas energéticas para no quedarme dormido en la oficina, pero al menos estaba seguro de que la casa estaba protegida y nada volvería a asustarlo. El problema era que incluso tan cansado como lo estaba, podía sentir en cada fibra de mi cuerpo el dolor que él estaba viviendo y por más que revisara la casa, sus miedos no disminuían.
Romper una marca era un acto cruel, lo sabía y me odiaba por hacerlo pasar por ello, pero no había otra manera de regresarle su libertad. A pesar de llevar tan solo una semana en esto, se sentía como si lleváramos años en esta descabellada separación.
Mi cuerpo entero pesaba, me costaba mantener los ojos abiertos y estar a su lado era tan malditamente desgarrador que tuve que poner distancia entre nosotros, prefería no vernos a fingir que todas esas asquerosas palabras que salían de mis labios eran algo que creía realmente.
Cada que soltaba una de esas mentiras ardía más mi pecho y era incluso peor sentir el dolor de Joaquín, sentía que podía soportar el mío, incluso superarlo, pero no podía ignorar el suyo, mi cabeza estaba matándome y mi alfa era más difícil de controlar mientras más pasaba el tiempo.
Era una pelea interminable con mis instintos, que finalmente explotó cuando ese chico lo trajo a casa. Esa mañana al llegar al trabajo caí rendido en el sofá donde mi castaño solía sentarse a hacer sus tareas, no me gustaba mirar demasiado a esa esquina en la oficina por el miedo que le tenía a los recuerdos, pero a veces, cuando no soportaba mantener los ojos abiertos un segundo más, me hundía en él, cerrando los ojos y saboreando los vestigios de su dulce aroma.
No era lo mismo a tenerlo en mis brazos, mi omega era una bomba de aromas dulces que te envolvían hasta perderte en un mundo donde solo existíamos nosotros, las sobras que quedaban en la tela de aquel incomodo sillón, no llenaban mi necesidad de él, pero calmaban por momentos el dolor permanente en mi pecho.
Llevaba varios días sin dormir, así que a los pocos minutos me perdí en la neblina del sueño, no me di cuenta cuanto tiempo había pasado sino hasta que mi teléfono empezó a sonar una y otra vez, abrí los ojos de golpe mirando la habitación confundido, casi como si no pudiera recordar donde estaba. El teléfono sonó una vez más y lo conteste sin prestar atención al nombre en la pantalla.
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Cachorro
FanfictionTu padre siempre habla de tus malas decisiones y rebelde comportamiento, odia tu sonrisa traviesa y ojos curiosos, aun eres un cachorro cuando veo tus mejillas sonrojadas y aun así cada parte de mí quiere tomarte en mis brazos y ser una de tus malas...