EXTRA 2: Nuestro Cachorro

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Emilio POV

Era la tercera vez en la semana en que despertaba sin Joaquín a mi lado en mitad de la noche, nos habíamos vuelto personas nocturnas apenas entro al segundo trimestre y constantemente me encontraba dormitando en la oficina, pero valía la pena por estar a su lado mientras esos pequeños cambios del embarazo lo embargaban.

Ese mes eran los antojos, el mes anterior los mareos y el síntoma que seguía sin importar el tiempo eran su necesidad de estar entre mis brazos, siendo quizás mi parte favorita hasta ahora. Me levanté llevando conmigo la manta que mantenía a los pies de la cama para estas situaciones, mientras bajaba los escalones su aroma dulzón me envolvió, la luz de la cocina estaba apagada, igual que los días pasados, pero sabía que estaba ahí.

Asomé la cabeza por la puerta para observarlo sentado en la isla en el centro de la habitación, tenía la vista perdida en la ventana y saboreaba lo que sea que había despertado su equipaje en mitad de la noche, sonreí adentrándome en su pequeña burbuja, dejando la manta en una de las sillas acercándome hasta quedar frente a él, su bonita sonrisa ilumino la habitación y supe que tampoco dormiríamos hoy.

―Te desperté de nuevo. ―susurró frunciendo los labios con un gesto simplemente encantador que me llevó a querer besarle hasta dejarlo sin aliento, últimamente esa sensación aparecía a menudo. ―Fui silencioso, ni siquiera prendí la luz.

―Está bien, tenías hambre. ―musité limpiando la comisura de sus labios con las puntas de mis dedos, tenía una mezcla en su plato de helado con galletas que no me sorprendía en absoluto, al parecer nuestro cachorro tendría las mismas costumbres de mi primer cachorro. ―Tendremos que hacer las compras pronto, seguro ese era el último paquete de galletas. ―asintió dejando el plato a un lado para estirar los brazos en busca de que lo tomara en los míos, sonreí complaciéndolo de inmediato, acariciando su ahora escondida cintura.

Su vientre no era muy notorio debajo de las capas de ropa, pero cuando estábamos así podía sentir la pequeña bolita entre nosotros, haciéndome fantasear con un rostro inocente y chinos alborotados, a veces creía que solo estaba recordando a Joaquín el día en que nació, pero no podía imaginar un bebé más bonito que uno idéntico a él.

―Hueles bonito. ―me reí sin poder evitarlo y lo levanté por las caderas dejando que me envolviera con las piernas, caminé de regresó por la habitación hasta tomar la manta y con sus brazos aferrándose a mi cuello nos acomodé en el sofá, su cuerpo rápidamente buscó el lugar exacto donde estaría cómodo. Estiré la manta sobre nosotros y subí con manos cuidadosas hasta su espalda. ― ¿No sientes como si alguien nos mirara mientras dormimos? ―fruncí ligeramente ceño negando lentamente, no me gustaba que tuviera esos pensamientos, pero desde que empezó el embarazo no dejaba de mirar a todas partes con cierta paranoia, Andrés dijo que era normal, que en ese estado un omega sentía la necesidad de proteger a su familia y con todo lo que Joaquín había pasado era de esperar que estuviera más alerta que otros. También dijo que no tardaría en armar un nido con cosas que lo hicieran sentir protegido, pero estábamos en el quinto mes y el nido seguía sin aparecer.

―Quizás el nido te haga dormir mejor. ―buscó mis manos hasta tomar una de ellas para acomodarla sobre su vientre, sonreí sintiendo esa bolita que ya amaba más que a mi propia vida.

―Tú eres mi nido. ―la mente de Joaquín no funcionaba igual que la del resto del mundo, él encontraba sus lugares seguros a su manera y no podía negar que ser uno de ellos me hacía sentir significativo.

Las noches siguientes aprendí que le era más fácil dormir abajo, así que pasamos la mayor parte del tiempo recostados en el sofá charlando hasta que el sueño lo vencía, claro que no detuvo los antojos, pero al menos me sentía más seguro de que no se resbalaría por las escaleras cuando el cachorro exigía un dulce para dejarlo dormir.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora