Siempre estuve esperando por él

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Emilio POV

Después de asegurarme de que el chico no tuviera nada grave, lo subí a un auto y me quedé parado en silencio mirando la entrada a la casa sin saber que hacer ahora, podía escuchar su llanto y el llamado de su omega desesperadamente, su aroma a tristeza era tan fuerte que lo sentía incluso a través de las puertas y de verdad quería entrar ahí, calmarlo y arreglar lo que había hecho, pero cada que subía uno de los escalones, imaginaba lo que pasaría después.

La marca no lo dejaría alejarse de mí, incluso si seguía herido, su decisión de quedarse o perdonarme, estaría completamente influenciada por la marca que había dejado en su cuello, así como el resto de las elecciones que tomaría de ahora en adelante, porque Joaquín no conocía nada más. Para él esto era normal, era lo único que le habían enseñado en la escuela y lo que su padre tantas veces le dijo, encontrar a un alfa y vivir con él.

No tenía otras opciones, ni conocía otras cosas, una vez que cruzara la puerta estaría totalmente a sus pies y sería incapaz de negarle cualquier cosa que me pidiera, pero mi Joaquín iba a pedirme quedarse en la casa, tener cachorros, armar una familia y no podría negarme, aunque supiera que era un error.

Me sentía atrapado entre la espada y la pared, en otras circunstancias la decisión sería fácil, si alguien le hubiera mostrado el mundo real a Joaquín antes, sabría que después de verlo todo, había elegido ser un omega hogareño, pero ese no era el caso. Mi omega no entendía ni por asomo lo que perdería en el camino y no era su culpa sino mía, yo le había llevado a esto, era por mí que estaba sufriendo.

Subí al auto necesitando poner distancia entre nosotros, debía pensar en lo que haría ahora, porque estaba claro que si seguía con esto él terminaría por odiarme permanentemente, me vería con el mismo miedo que veía a Uberto y encontraría a alguien que le protegiera de mí, y eso era algo que no podía soportar, si me sacaba de su vida para siempre no sabía que haría con todo lo que había entre nosotros.

Se suponía que iría directo a la oficina, pero el dolor de cabeza de la mañana se había convertido en una ensordecedora migraña y tenía muchas cosas en la mente como para asistir a juntas o contestar correos, en especial cuando mi alfa lo único que quería hacer era volver a casa con su pequeño cachorro. Sin darme cuenta terminé en el estacionamiento del viejo edificio de apartamentos donde un día viví con María.

El lugar estaba vacío ahora, ella había pasado a buscar sus cosas hacía una semana con la llave que Nikolas le había dado, desde entonces le pedí a Niko que lo pusiera a la venta, por mucho tiempo me aferré a ese sitio por los recuerdos y lo que pudo ser.

No había regresado desde mi mudanza, temía que al entrar sintiera un nudo en el pecho, ahora las paredes vacías, los cuartos con eco y la preciosa vista no tenían un significado, eran solo cosas a las que no me sentía conectado, no había un peso en los recuerdos, porque cada cosa vivida a su lado se desvaneció dejando espacio para las memorias que tenía con mi castaño.

Fue de ciertamente manera agradable el no sentir nada al estar aquí, era una confirmación de lo que ya sabía, pero no pude evitar preguntarme si esas numerosas discusiones tuvieron una verdad que siempre me negué a aceptar, María siempre estuvo celosa de Joaquín o al menos desde que lo conoció, solía reírme de sus locuras, repitiendo múltiples veces que mi castaño era tan solo un cachorro y lo consideraba de mi familia.

Pero ella nunca estuvo segura de mis respuestas, llevando una sencilla conversación a una pelea interminable, decía que cuando visitaba a Joaquín o lo veíamos en una cena familiar, mi mundo entero se detenía para hablar con él, incluso ella desaparecía mientras estaba en esa burbuja. Se quejaba de mi aroma al volver a casa, diciendo que el olor a café era tan fuerte que la ponía de mal humor, porque sabía que era por mi breve encuentro con él.

CachorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora