—¿Y con eso te refieres a qué..? —Preguntó frunciendo el ceño a mi lado.
—A que desaparezcas, tengo muchas cosas que hacer y en las que vos no me vas a ayudar. —Dije a lo que él e miró con desaprobación y molestia.
—Me quedaría a vigilarte pero también tengo cosas por hacer. —Dijo fingiendo una sonrisa y desapareciendo.
—Genial. —Dije rodándolos ojos y continuando mi camino con seguridad.
Estaba tratando de idear un plan que no descubriera Mateo, aunque se me hacía bastante difícil que sucediera de esta manera.
Al principio pensé en llamar a "Dani", pero no lo conocía ni mucho menos sus intenciones. Podría ser que me fuera a ayudar, o si bien, claramente, hacerme daño. En el caso de la segunda tendría que llamar a Mateo y, podría entonces defenderme, pero podría ser que no lo haga y me deje morir en manos de ese demonio, o si bien, podría enojarse y matarme él mismo.
Habían muchas opciones sobre lo que podría pasar y en muchas terminaba mal, y no estaba segura de querer arriesgar mi vida jugando con el demonio. Jugando literalmente con fuego.
Por eso, decidí ir donde un hombre que ha habitado mucho tiempo aquí. Era el bis abuelo de una piba del salón a la que le hacían bullying. La razón era porque el hombre era un creyente extraño. Era como el loco del pueblo. Vivía muy lejos de la casa embrujada y, además, demasiado cerca del bosque.
Antes me solía dar más miedo el bosque que la casa embrujada, porque pensaba que la casa embrujada no podía tener nada. Mientras que, en el bosque nunca podríamos saber. Asesinos, violadores, ladrones, que se yo, mucho peligro.
Ahora empezaba a pensar si podría haber algún ente siniestro allí.
En fin, el caso era que el viejo odiaba a la sociedad completamente por el hecho de existir. Y decía que éste pueblo era del demonio que había sido... bueno, el viejo tenía un discurso que yo no sabía muy bien.
Me estremecí un poco cuando llegué a este lado del pueblo, ya que empezaba a verse un tanto opaco.
Las casas empezaban a verse cada vez más separadas, sabía que ya estaba llegando.
Me alivié cuando vi el bosque aparecer frente a mis ojos y, antes de entrar entre los altos árboles que se balanceaban uno sobre otro a causa del viento, vi a un lado la pequeña casa del hombre.
Tenía muchas cosas afuera que yo no entendía e incluso, me causaba temor.
Me había vuelto muy temerosa desde lo que había pasado, ¿y como no?
Tomé aire y toqué la puerta del hombre.
La ventana fue la que se abrió, dejándome ver a aquel hombre de cabellos blanquecinos, al igual que su extensa barba. Lo había visto escasas veces en el pueblo, y me sentía mal porque siempre había sido demasiado prejuiciosa con él.
—¡Fuera de aquí! —Gritó enojado.
Negué con la cabeza, rápidamente, desesperada.
—Vine a pie, desde el colegio, porque necesito su ayuda, por favor. —Dije, a lo que él me miró mal.
—Por favor. —Rogué. —Es mi única esperanza.
—¡No! Fuera de aquí. —Dijo negando con la cabeza.
Antes de que pudiera hablar nuevamente, la ventana se cerró y yo miré el cielo que se había nublado en demasía. Antes de que pudiera deducirlo, la gota de agua golpeó mi frente.
Las gotas comenzaron a llover con intensidad, incluso estaba tronando.
El hombre abrió la puerta y miró al cielo frunciendo el ceño.
Yo miré arriba y vi los relámpagos, era una tormenta.
—No pensás dejarme aquí, ¿o sí? —Dije ya mojada.
Él me ignoró aún mirando el cielo.
—Va a regresar. —Dijo él, preocupado.
Arrugué el gesto. ¿Qué? ¿quién?
¿Como van?
Me empieza a emocionar esta parte de la fic.