—La cena será lo que vos deseés. —Dijo Mateo.
Habían dos platos cubiertos por el cloche de color plomo.
—Quiero..
—No, solo deséalo y ahí estará. —Dijo Mateo.
Asentí mientras miraba el plato. Me hacía un poco de gracia, y no sabía que decidir.
"Costillita con papas".
Me reí y saqué el cloche, a lo que a mis ojos apareció mi pedido.
—Vaya, vaya, el mago lo hizo de nuevo. —Jodí.
—¿Qué? —Preguntó él confundido.
Reí. —Nada, Mateo.
Él alzó sus cejas y suspiró antes de quitar también el corche de su plato, dejando ver lo mismo que yo.
—Buena elección. —Dijo Mateo.
Asentí antes de comenzar a comer.
—¿También comes cosas humanas? —Pregunté.
—Solo tiene esa apariencia para que no te vomités. —Dijo.
Miré con asco su plato pero traté de no pensar en lo que podría estar comiendo.
—Gracias. —Dije mientras comía plácidamente lo mío.
—No me lo agradezcás. —Sonrió mirándome. —Quería hacerte una noche mágica, y.. apenas empieza, claramente. Teniendo un novio con tantos poderes, deberías aprovecharte de eso.
—Ya me aprovecho de tu pija. —Dije y él rió.
—Aprovechate de esa toda la vida. —Dijo y ambos reímos.
Era un extraño momento, uno de esos que sientes que te llena la vida y el alma. Que sientes que la felicidad, tan fina, como nuestras vidas, llena el momento, llena el espacio.
Era casi irreal, verlo ahí riéndose mientras comía conmigo en una "cita romántica", en medio de la nada, con un hermoso cielo y miles de margaritas a nuestro alrededor.
Claro que había traído el infierno a mi, pero con el paraíso entre sus llamas.
—Estaba muy rico. —Dije y él asintió.
—¿Algo para tomar, desea? —Preguntó con voz de mozo, haciéndome reír.
—Sí, por favor, ¿sangre de demonio hay? —Pregunté haciendo que abra mucho los ojos.
—Bue, hacete la pilla. —Dijo riéndose.
—Es joda, Mateo. ¡No te lo vayás a tomar en serio! —Bravé.
—Ya sé, bebé. —Dijo Mateo antes de ofrecerme una coca-cola. —Esto parece gustarle a todos.
—Probá un poco. —Le indiqué.
—No. —Frunció el ceño.
—Dale, Mateo. —Pedí.
—No, dejá de insistir con pelotudeces. —Dijo Mateo serio.
—Dale, mi amor. —Dije mirándolo.
La boca de Mateo se abrió.
—¿Cómo? —Preguntó.
Mis mejillas se tiñeron rojas.
ÉL sonrió y mordió su labio antes de tomar el envase y llevar un poco a su boca.
Sonreí al ver como pasaba el líquido, pero rápidamente hizo una mueca.
—Que asco, Amelia. Sabe a tornillo. —Dijo Mateo y solté una carcajada.
—¿Y vos como sabés a qué sabe el tornillo? —Pregunté.
—Me comí a Frankenstein. —Dijo y lo miré seria.
—Que chistoso, sos. —Dije y él alzó los hombros divertido.
Era tan lindo el maldito demonio, era imposible no enamorarse.
—¿Vamos a la última sorpresa? Prometo que acabará bien.
En un rato seguiré actualizando<3
Soy de Truenit00 ah jasja<3