—Mateo. —Dije seria.
—¿Qué? —Preguntó.
Miré su mano en mi pierna y luego levanté una ceja.
—Bah, ¿qué tiene? —Frunció el ceño.
Negué con la cabeza y más bien encendí el televisor para tratar de entretenerme, venía muy aburrida del colegio.
Dejé the big bang theory, únicamente porque adoro a Sheldon.
Volví a mirar a Mateo cuando su mano subió lentamente por mi pierna.
—Dale, bebé. —Pidió.
No se que le pasaba desde ayer, cogimos en la tarde, cogimos en la noche, como si no fuera suficiente cogimos hoy antes de ir al colegio.
¿Y tiene el atrevimiento de seguir pidiendo?
—Mirame las piernas, Mateo. —Dije seria.
Mi pollera dejaba al descubierto los moretones que tenía junto a las marcas de sus uñas en mi piel, tuve que decir que me caí cuando me preguntaron en el colegio que qué era lo que pasaba.
—No tiene nada de malo. —Dijo él.
—Claro, a parte, Mateo, no es como si no fueras brusco, aún me duele lo de esta mañana. —Dije molesta.
—¿Tanto te vas a quejar? —Rodó los ojos.
Alcé los hombros, si no quería no lo íbamos a hacer y punto.
Me reí cuando escuché a Sheldon decir una estupidez, era uno de mis personajes favoritos.
Minutos después el programa terminó y tuve que pasar de nuevo los canales para buscar algo bueno.
—Te lo hago suave.. —Volvió a pedir Mateo.
—Uy, que pesado Mateo, una insaciable esa pija. —Dije molesta pero terminé riendo por lo que había dicho.
Que estúpida.
—A la noche, dejame descansar un poquito. —Dije. —¿Qué te tiene tan activo pues?
Él me miró un poco ofendido y alzó los hombros.
—Estoy enamorado, ¿qué querés? —Dijo obvio.
Sonreí enternecida, era la primera vez que lucía tierno ante mis ojos.
—Te amo. —Susurré, pero se que él me escuchó.
Mateo se levantó de la cama y yo miré atenta sus movimientos.
—¿Te vas? —Alcé ambas cejas.
—Tengo unos asuntos. —Dijo con simpleza.
—¿Se puede saber qué? —Pregunté.
—Tengo que encontrarme con una bruja. —Dijo y asentí lentamente.
Al menos ahora respondía preguntas.
—Dios lo acompañe. —Jodí.
—Si, sí. —Dijo Mateo rodando los ojos. —Bebé.
Lo miré fijo ante su llamado.
—No me tardo, cualquier cosa me llamás. —Dijo y yo asentí. —Te juro que no quiero ser malo con vos, pero si..
—No voy a hacer nada. —Dije harta.
Aunque lo entendía.
Mateo desapareció frente a mis ojos y yo bufé volviendo una vez más mi vista al aburrido televisor.
Sin embargo dejé de prestarle atención, pues de nuevo la cuestión de entregarle mi vida a Mateo se hizo presente.
Estaba casi segura de hacerlo, pero había algo que me seguía reteniendo.
—Son de paz. —Dijo Daniel entrando a mi habitación.
Abrí mi boca sorprendida pero antes de poder emitir algún sonido todo se volvió negro.
Jai, ¿tan despiertos?