Mateo
1940
—No es para tanto. —Dije viendo a Ester temblar.
—Es mucho para mi, Mateo, no estoy esperando que lo entendás. ¿Creés que podés ponerte en mi posición? Sos un demonio, ¡no hay comparación! —Dijo molesta.
Rodé los ojos y asentí, tenía razón.
—Ester, veníamos planeando ésto hace semanas, dijiste que sí. —Dijo su mamá cansada.
—¡Porque quería hacerte sentir orgullosa! No estoy lista.. no quiero..
Ella salió corriendo yéndose del lugar con los ojos mojados.
Miré a Lily con obviedad.
—Te lo dije. —Alcé los hombros. —Ella nunca va a ser una bruja.
Lily había planeado que su hija tuviera un primer contacto con el infierno, pero yo estaba segura de que ella no iba a ser capaz.
—¿Podés ir por ella? —Preguntó Lily.
—Por un demonio, Lily. Estoy harto de que pensés que soy su niñero o algo así, no te gusta que la asuste, no te gusta que sea malo, querés que sea amable con ella. ¿Qué te pensás que soy yo? —Dije molesto.
Y es que ella tenía la culpa de lo que estaba pasando, me había obligado tantas veces a ser distinto frente a ella, que ahora cada vez que la tenía en frente me sentía vulnerable.
Ella tenía la culpa de mi primer enamoramiento, y probablemente el único que tenga.
—Mateo, solo te estoy pidiendo que vayás por ella. —Dijo ella frunciendo el ceño.
Rodé los ojos antes de desaparecer ante su vista, para luego aparecer frente a la pequeña.
Detallé su rostro, era hermosa, su tez blanca brillaba bajo la luna, y las lágrimas que salían de sus ojos la hacían ver tan bien.
—¿Estás bien? —Pregunté.
Un puchero apareció en sus labios, y segundos después comenzó a llorar negando con la cabeza.
Maldije molesto al sentirme mal viéndola llorar. Y a eso era a lo que me refería, de que no me debería importar esas lágrimas que caían por sus mejillas, pero lo hacían, y eso me hacía sentir vulnerable.
—No llorés. —Suspiré.
—No me gusta ésto. —Dijo antes de abrazarme.
Me tensé al sentir su cabeza en mi pecho y sus brazos rodear mi torso.
—Salvame de aquí. —Musitó.
Me sorprendí al oír su petición.
Ya había tenido charlas con ella en la que me dejaba claro que no quería ser parte de ese mundo oscuro, e incluso ella había sido hiriente conmigo, diciendo que detestaba la maldad que emanaba mi solo ser.
La miré a los ojos y me pudo mucho que me mirara con esos ojos mojados, mientras me rogaba algo.
Besé sus labios cortamente, lo cuál no le sorprendió, porque no era la primera vez que yo lo hacía.
—¿Y si te llevo a mi mundo?
Sabía que su mamá no lo permitiría irse conmigo, y no podía pedir el alma de la hija de una bruja, sin antes pedírselo a su madre. Por lo que era imposible tener el control de Ester.
—¿Por qué querría ir a tu mundo? Es justo de lo que estoy tratando de escapar. —Dijo obvio.
No sabía que hacer, porque la quería conmigo, y ella no podría estarlo sin disfrutar de mi fuego.
—Quiero morir.. —Dijo mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
Quizá era una buena idea.
Holaas<3