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†"...
Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías.Sofonías 1:15
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Miré a Mateo sin entenderlo, pese a que ya me lo había repetido.
—Tenemos que irnos. —Volvió a pronunciar mirándome fijamente.
Quizá no estaba entendiendo porque me había despertado no hace mucho.
—¿Adónde? —Pregunté.
—Daniel. Daniel sabe todo, Daniel quiere decirle a Lily. Daniel está demente, hay que huir de él. —Dijo un poco exaltado.
—¿Qué?
—¡Hay que irnos! —Gritó. —Estuve postergando nuestra huida porque creí que no estabas lista, pero como te dije hace unos días, lo estás.
—¡¿Adónde querés ir?! —Pregunté comenzando a sentir los nervios aparecer.
—Lejos. Solo tenés que ir conmigo, sabés que vas a estar bien. —Dijo Mateo.
—No me voy a ir, y menos sin mi mamá. —Dije seria.
—Elige bien, Amelia. Porque si no te vas hoy, voy a perderte para siempre.. —Dijo y noté la angustia en sus ojos. —Nos vamos a perder a ambos.
Mi corazón se aceleró.
—Debiste haberme dicho antes sobre eso, no puedo simplemente tomar esa decisión de la nada. —Dije mientras sentía como la ansiedad venía a atraparme.
—Pues lo siento, tendrás que tomar la decisión. De lo contrario cederás a que nos perdamos. —Dijo Mateo. —Lily te encontrará, y terminará de hacer lo que yo nunca hice porque me enamoré. ¿Creés que ella te va a tener piedad? Te matará y pedirá tu cuerpo para reencarnar a su hija.
—Dijiste que si te entregaba mi alma nadie iba a poder hacerme daño. —Reproché angustiada.
—Sí, pero.. no lo entiendes. Si Lily se entera que tu alma es mía, lo primero que va a hacer será pedírmela, y me metería en un problema si no lo hago. Y ahora que Dani lo sabe no tengo como engañarla, por lo que tenés que huir conmigo. —Dijo Mateo.
Sabía que era la decisión que debía tomar, pero simplemente era tan difícil.
—Ya, basta Amelia. No voy a dejarte aquí. —Dijo serio.
Algo en el fondo, me hacía sentir terriblemente mal. Normalmente solemos ser egoístas y pensar únicamente en nosotros, pero yo, solo podía pensar en Ester.
En ella suplicando, en que se murió quizá pensando en que un día volvería, y terminó hundida en un lugar en el que nadie la iba a salvar.
¿Ese no es acaso el infierno?
—Amelia. —Dijo Mateo mirándome ansioso.
—Está bien. —Dije mientras sentía que mis nervios se disparaban.
—Vamos. —Dijo tomando mi mano, mas la solté rápidamente.
—Espera, tengo que despedirme primero de mi mamá. —Dije obvia.
Jugando con mis manos nerviosa me levanté y caminé hacia mi mamá, casi en shock. Sabía lo que estaba haciendo, pero aún no llegaban las consecuencias, aún no sentía su ausencia, y aún no me entraba completamente en la cabeza lo que estaba a punto de hacer.