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1940

El pueblo estaba furioso caminando hacia la montaña. ¿Una bruja en su pueblo? Debían eliminarla de inmediato.

Seguían a su "líder"; Louis. Quién les había asegurado que una bruja habitaba en ese lugar. Todos le creyeron por supuesto, ya que ésta había sido en su momento, su mujer.

¡Vamos! Gritó el líder.

Todos soltaron un grito de apoyo alzando también sus antorchas.

Subieron la colina molestos y cuando estuvieron arriba miraron la casa de madera allí.

—¡BRUJA! —Comenzó a gritar el pueblo molesto.

Adentro, Ester que se encontraba tranquila en su habitación arrugó el ceño.

Se asomó por la ventana y ahogó un grito cuando vio una multitud de personas afuera de su casa con expresiones molestas y con antorchas en sus manos.

Su corazón se quebró al ver que quien fue su papá en algún momento estaba de primero entre estos.

Gritó con terror al ver como comenzaron a quemar su casa.

Bajó las escaleras corriendo y enseguida el calor la invadió, tal como el humo a la casa. No sabía por donde salir.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

Ella tampoco quiso nunca que su mamá fuera una bruja y mucho menos quiso hacer nunca parte de eso.

Bajó al sótano corriendo y abrió la otra puerta que éste tenía para poder salir de su casa.

Agradeció que fuera por atrás y de esta forma podría escapar sin ser vista por nadie.

O eso creyó hasta que sintió como la empujaban por la espalda y cayó al suelo boca abajo.

Soltó un quejido mientras temblaba despavorida. Si su mamá estuviera con ella no habría pasado eso.

Se dio media vuelta para mirar de quien se trataba y abrió mucho los ojos.

Lo último que vio fue como su padre alzaba un hacha.

Y entonces, su cabeza fue cortada.

[...]

Mateo retiró su mano de mi frente  y entonces pude verlo de nuevo a él.

Mi corazón latía acelerado en mi pecho por lo que había visto.

Miré como las lágrimas bajaban por sus mejillas.

No creí que un demonio pudiera llorar.

—¿Por qué dijiste que la mataste entonces? —Pregunté.

—Porque la dejé morir. Pude haberlo evitado y no lo hice. —Dijo.

Yo me quedé mirándolo sin saber muy bien que pensar.

—No pensé que.. que alguien como vos llorara. —Dije sincera.

Él asintió con la caveza.

—¿La amas tanto? —Pregunté.

—No lo sé.. —Dijo y fruncí el ceño. —Tal vez en realidad no la amo.

—¿Por qué lo decís? —Pregunté y él suspiró.

—Porque justo ahora lo estoy dudando.. —Dijo cabizbajo. —Y definitivamente no debería.






Vieron, la batería se puso la diez.

Hell [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora