Mateo
Caminé cansado por el palacio en el infierno, que jodido lo que iba a tener que hacer, pero ella se lo buscó.
Melanie no tendría que haber hablado sobre eso.
Bufé cansado, me había vuelto un demonio domesticado, quería estar en casa con Amelia acariciándole la piel, mientras sus manos acariciaban mi cabello. No me gustaba antes, pero me he acostumbrado.
No, no solo me he acostumbrado, me está gustando.
Quiero hacerle el amor.
Negué con la cabeza antes de chistear, y seguí caminando hasta llegar a la habitación de Lily.
Toqué la puerta de madera gigante, y esperé a oír la voz del otro lado.
—¿Sí? —Preguntó ella.
—Trueno. —Dije y solté un suspiro.
Las puertas se abrieron solas, dejándome ver a Lily sentada en la cama, con un libro gigante abierto a su lado.
—¿Por qué no me sorprende? —Dije con ironía recordando de pronto todos los momentos anteriores en los que conviví con ella.
Lily practicaba mucho los embrujos, hechizos, pociones. Todo lo que se trate de poder, ella quiere dominarlo.
Fue a ella a quien le he estado pidiendo las pociones para coger con Amelia, aunque empezaba a preocuparme, ya que como le dije a ella podría afectar su sistema.
Otra de las razones por las que ya quería que me diera su alma.
—¿Más pociones? —Preguntó.
—Eh.. no.. bueno, sí podés darme unas más de paso. —Dije alzando los hombros, a lo que ella rió.
—Están ahí. —Señaló con su cabeza una caja en su habitación.
Yo sabía reconocer muy bien cual era, así que tomé..
A ver..
Guardé diez.
—¿Andás enganchado con una humana? —Preguntó divertida.
—No. —Dije simplemente, tratando de ver que más decir. —Digo, está re buena para coger.
—¿Y quién es? —Preguntó.
—Queti. —Dije, a lo que ella rodó los ojos y yo reí.
—Entonces, ¿a qué venías? —Preguntó mirándome.
—Ah, sí. Necesito algo más importante, otra poción. —Dije.
—¿Poción de qué? —Preguntó curiosa.
—Necesito la poción del ritual de entrega del alma. —Dije y ella alzó ambas cejas.
—¿Vos? —Preguntó y asentí.
Sonreí para mis adentros, sabiendo que el plan iba a funcionar.
—Y sí. —Dije obvio.
—No podés hacer el ritual vos, para eso estoy yo. —Dijo en el mismo tono.
Sonreí. —Podés hacerme ese favor.
—Esos tiempos en el que eras mi favorito, ya pasaron. —Dijo ella con arrogancia.
—Lamentablemente, pero bueno, realmente necesito esa poción así que hoy no vine a rendirme. —Dije con esa sonrisa en mi rostro.
—¿Y qué planeas hacer entonces? —Cuestionó.
—Un trueque. —Dije y ella alzó una ceja.
—¿Qué tenés para ofrecer? —Preguntó riendo.
—Bueno, el día que te traicioné, terminé aceptando un castigo por traidor claramente, mientras le era leal a la persona que me ayudó, ya que nunca dije quien fue. —Dije ensanchando mi sonrisa, mientras que la de ella se desvanecía. —¿Querés saber?
Ella me miraba seria.
Alcé una ceja y ella frunció el ceño.
—¿Hace falta que lo diga? —Preguntó.
—¿Entonces tenemos un trato? —Pregunté extendiendo mi mano.
Ella me miró mal antes de pasarme la poción para el ritual.
—Gracias. —Sonreí. —Melanie fue quien hechizó a Louis para que matara a Ester.
Vi la vena en su sien palpitar.
—Espero que no digás que fui yo, y disfruta mucho de tu venganza. —Dije antes de salir de su habitación.
Miré la poción en mi mano. Que grande, Mateo. Dos pájaros de un tiro.
Caminé por el pasillo sonriente y frené justo cuando vi a Melanie.
Me ayudó mucho con ese plan, más de lo que cualquiera se imagina, pero no debió abrir la boca y decirle a Daniel, ahora tendría que pagar.
—Mateo. —Se acercó a mi con una sonrisa.
—Hola. —Sonreí de lado.
Ella no iba a sospechar de mi.
—Es momento de que nos escapemos, ¿no? —Dijo alegre.
—¿Y Daniel? No quiero que me mate. —Reí.
En realidad, quiero ir donde Amelia.
—Daniel se fue porque dijo que le surgió una urgencia, dijo que tenía algo de que vengarse.
Sentí mi cuerpo calentarse de bronca, mientras los nervios invadían mi ser.
Klk mi gente.
A mimir, que descansen.<3