27 de agosto, 2009
Espero a mi madre que habla con el director en su oficina, sentada y aburrida en la recepción junto a la secretaria que parece tener la edad de un dinosaurio. La espera se está haciendo eterna.
Observo a los niños con sus padres y madres caminando por los pasillos de la escuela con la mochila colgando de sus hombros, un montón de extraños en el mismo lugar haciéndome sentir diminuta e insegura. El edificio ante mí luce intimidante, con el bullicio de los infantes encontrándose con sus amigos en el regreso a clases, todos dándose abrazos y charlando con tal fraternidad que me recuerda a Nueva York y mis amigas.
Todos parecen estar en su propio mundo, sin reparar en mi existencia, pero al mismo tiempo siento como si todos sus ojos estuvieran puestos sobre mí. Nunca me gustó la idea de mudarnos a esta ciudad, empezar otra vez, ser la niña nueva y hacer nuevos amigos, pero no es algo que estuviera a discusión, mamá lo dejó muy claro.
—Intenta tomar esto como una nueva aventura, puedes hacer nuevos amiguitos y reinventarte, no lo sé. Sé que esto es un poco rápido, pero inténtalo ¿sí?
Regreso mi atención a mi madre, no deja de repetirme que todo esto es un cambio radical, pero extraordinario, como una nueva aventura, que lo intente tomar con el lado positivo. Al mismo tiempo me entrega el horario de clases, más mi lonchera con mi desayuno.
—Lo intentaré.
Acuna mi rostro entre sus manos y deja un sonoro beso en mi mejilla.
—Te acompañare hasta tu salón ¿quieres?
Asiento, aliviada. No tenía idea cómo haría para llegar hasta al salón de clases, tendría que preguntarle a alguien más, y eso me ponía nerviosa, muy nerviosa. Ridículo, considerando que es de lo más normal.
Entrelaza mi mano con la suya, pero a mitad de camino su móvil suena. No hace falta que me diga quién es, sé que es del hospital. Ella trabaja como enfermera, empezó unos días después de mudarnos.
—Ve, tranquila. Llegarás tarde a tu turno. Me las puedo arreglar yo solita, soy una niña grande.
Alza sus comisuras en una sonrisa que despoja ternura.
—¿Sabes cuánto te amo?
—¿De aquí a la luna?
Sonrió, jocosa tratando de adivinar.
—No. De aquí al infinito y ¡mássss allááá!
Se agacha para poder abrazarme, enredo mis brazos alrededor de su cuello, sintiendo su típico perfume a jazmín. Justo ahora, en este momento es donde me siento segura y amada.
Se despide, dándome un enorme abrazo de mamá oso y después de muchos besos en la mejilla y mil preguntas acerca de si tengo todo listo, mis cuadernos, lápices, colores, desayuno, horario de clases; un cuestionario completo, finalmente se marcha.
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El Destino de Estar Juntos [LIBRO 1 y 2] [Completa ✔️]
Teen FictionVanessa siempre supo que Allen era imposible, a pesar de los sentimientos que se acumulaban cada que vez que él estaba cerca de ella, cada vez que intercambiaban una simple silaba, ella suspiraba internamente y el aleteo de las mariposas en su estóm...