El Destino de Estar Juntos [LIBRO 1 y 2] [Completa ✔️]

Capítulo 08: Hola

20 de agosto, 2015

El penúltimo día de las dulce vacaciones.

Termina el caluroso verano de aires fresco, mini shorts, playa y bebidas energéticas con extra hielo, para entrar a una nueva etapa y temporada del año, en la que los vientos se vuelven más fríos, las prendas de lana como suéteres salen del closet, y en los que irremediablemente me hace recordar a aquel Nueva York cubierto de tonos naranjas. La temporada del año que marca un antes y un después, en la que aquellos amores veraniegos culminan, dándoles un golpe de la realidad... o tal vez otros dan su paso al comienzo.

Al aterrizar el vuelo en Miami, lo primero que hice al cruzar el umbral de la puerta fue: encerrarme en mi habitación a dormir, habían sido unas vacaciones bastante movidas, un vuelo caótico y muchos sentimientos que asimilar luego de los tres meses más rápidos de mi vida.

Los pondré al tanto de los nuevos acontecimientos que giran en torno a mi vida.

Reencontrarme con mis viejas amigas fue... agridulce, me hizo recordar viejos tiempos, pero fue agradable poder verlos nuevamente, fue irremediable no sorprenderme por ver a rostros tan cambiados, pero me alegra decir que aún son las asombrosas chicas que conocí a los nueve años. Mis inseguridades se hicieron a un lado, recordando las palabras de Allen; solo basto con ser yo misma.

En cuanto al ojiazul... dejemos ese tema para el final.

Pasando a la hermana menor Brown, mi querida mejor amiga, la cual me llamo unas quinientas veces al día, contesto cada una de mis instastories en la que salía con Jenna, recordándome, dramáticamente, que aún era su mejor amiga, aunque estuviera a más de mil kilómetros de distancia. No hace falta decir que sus celos fueron aumentando por cada día, acusándome de infidelidad de amistad; termino inventado por ella misma. En fin, la logre calmar prometiendo llevarle una bolsa gigante de gomitas acidas, y una mascada de Bloomingdales.

—¡Ya no eres una infiel, hermosa!

Rio, rodando mis ojos, mientras sostengo mi teléfono con una mano para poder apreciar el rostro de la rubia en la pantalla.

—¿¡Y yo qué!? ¡Yo también quiero un obsequio! — se queja el castaño, arrebatándole el móvil a Hayley.

Puedo apreciar una bolsa de frituras descansando en su estómago y a su playera cubierta de migajas, junto a las comisuras de sus labios.

—A ti no te traerán nada por ser un maldito abusivo ¡Te estas comiendo mis papitas! — exclama la rubia, enfurecida.

La palidez en el rostro del muchacho es voraz, mientras en sus ojos crece a cada segundo el atisbo del terror

—¡Nos vemos, pitufo! ¡Espero mi regalo! — dice, tirando el teléfono en la cama y corriendo más rápido que el mismísimo Flash, pero luego su rostro regresa en la pantalla —Nada de menos de cincuenta dólares. Ahora sí, debo correr por mi vida.